Jaime Martínez Bordiú, sobre la Casa Cornide: «Tuvimos que vaciarla por problemas de humedad»

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Jaime Martínez Bordiú, junto a su esposa, la empresaria Marta Fernández, en la gala Starlite celebrada el domingo.
Jaime Martínez Bordiú, junto a su esposa, la empresaria Marta Fernández, en la gala Starlite celebrada el domingo. Juan Carlos Domínguez | EFE

El nieto de Franco explicó que se hicieron obras en el inmueble y que, tras el fallecimiento de su madre, se repartieron las pertenencias

12 ago 2025 . Actualizado a las 13:19 h.

Cuando el lunes de la semana pasada los primeros visitantes pusieron un pie en la Casa Cornide, reabierta al público, se encontraron con el esqueleto de lo que un día fue un hogar, una vivienda arquitectónicamente espectacular por fuera y vacía por dentro, sin muebles, con las paredes forradas de un desgastado papel pintado y alguna que otra polilla. El histórico inmueble, propiedad de la familia Franco y ubicado en plena Ciudad Vieja de A Coruña, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el 2023, por lo que ahora está obligado a abrir sus puertas públicamente al menos cuatro veces al mes. «En esa casa ya no pasamos tiempo —declaró al respecto este domingo Jaime Martínez Bordiú, en la gala Starlite celebrada en Marbella—. Tuvimos que vaciarla por problemas de humedad, se hicieron obras y, tras el fallecimiento de mi madre, repartimos las pertenencias, como es habitual».

En tono desenfadado, el nieto de Francisco Franco explicó que, efectivamente, ahora la casa de su abuela se muestra porque así lo establece la ley. A pesar de estar sin muebles, la Casa Cornide conserva algunos elementos históricos de gran valor, como la escalera original del Hospital de la Caridad y las puertas con arcos del antiguo hostal de los Reis Católicos; una estatua del Apóstol Santiago, traída a la ciudad, pero de origen se desconocido; y un relieve con Santa Catalina y Santa Bárbara.

El palacete barroco pasó 63 años cerrado al público. En la planta baja todas las ventanas están enrejadas, tanto en la fachada sur, adonde da un salón, dos habitaciones —una con vestidor— y dos baños, como en la norte, donde está la escalera que sube hasta la segunda planta, junto a un ascensor instalado en una de las reformas. También en el vestíbulo se observan dos repisas de piedra con sendas inscripciones de vírgenes que, sin embargo, solo tienen encima el hueco que debieron ocupar las tallas.