El Vaticano restaurará el «Juicio final» por el gran impacto del turismo masivo

G. Novás REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Gran fresco del «Juicio final», que Miguel Ángel realizó entre 1536 y 1541, cuando pasaba de los sesenta años, bajo el papado de Paulo III, para la pared del altar de la Capilla Sixtina.
Gran fresco del «Juicio final», que Miguel Ángel realizó entre 1536 y 1541, cuando pasaba de los sesenta años, bajo el papado de Paulo III, para la pared del altar de la Capilla Sixtina. Vatican Media

Los trabajos para la conservación de los frescos que Miguel Ángel realizó para la Capilla Sixtina comenzarán en enero y se prolongarán durante tres meses

20 ago 2025 . Actualizado a las 09:34 h.

El gran impacto del turismo masivo —el exceso de visitantes es un elemento con el que conviven cotidianamente los Museos Vaticanos— en la decoración de los muros de la Capilla Sixtina preocupa en la ciudad pontificia, cuyo gobierno ha ordenado la restauración del Juicio final. Este fresco ocupa la pared principal del altar del conjunto que Miguel Ángel realizó para el pequeño templo que hoy es famosa sede del cónclave, la reunión en que los miembros electores del Colegio Cardenalicio eligen nuevo papa. Las escenas del Juicio final están extraídas del Apocalipsis de San Juan, en una disposición aparentemente caótica que preside de modo claro la figura dominante de Cristo, que, con un gesto entre imperioso y sereno, aparece acompañado de María. El artista de Arezzo pintó el mural entre 1536 y 1541 cuando pasaba de los sesenta años, bajo el papado de Paulo III, y ya había terminado la bóveda, un encargo de Julio II.

Los trabajos de conservación de una obra de vital importancia para la historia del arte y de la humanidad comenzarán a partir de enero del 2026, coordinadas por el nuevo director del Laboratorio de Restauración de Pinturas y Materiales de Madera de los Museos Vaticanos, Paolo Violini. Estas obras de mantenimiento extraordinarias —más allá de las que regularmente se afrontan cada año con un elevador mecánico tipo araña— se prolongarán al menos durante tres meses. «Deberíamos terminar en marzo, para poder despejar el muro antes del inicio de la Semana Santa», advierte Violini ante la relevancia del objetivo temporal.

Durante las tareas, explica en una entrevista recogida por el portal Vatican News —el medio oficial de difusión de la Santa Sede—, «se instalarán andamios que cubrirán todo el muro; consistirán en una docena de plataformas de trabajo con elevador que, para reducir los plazos y evitar obstruir la vista del público, nos permitirá trabajar con hasta diez o doce personas simultáneamente y tener una experiencia cercana con la obra».

Afrontar este proyecto es una necesidad inaplazable debido al impacto que la gran cantidad de visitas que acogen diariamente las dependencias de los Museos Vaticanos tiene sobre la conservación de los frescos más famosos del mundo.

Rafael

Previamente a las labores que se acometerán en la Capilla Sixtina —añadió Violini—, se está llevando a cabo la restauración de la Logia de Rafael, en el marco de un ambicioso proyecto de mejora y preservación a un período de cinco años. Se trata de catorce tramos de «exquisitos» estucos y frescos, obra de Giovanni da Udine y otros colaboradores, recuerda Paolo Violini, que los califica como «patrimonio de la humanidad» y señala que «dieron origen al género decorativo del grutesco, recuperado de la antigüedad romana y difundido a lo largo del siglo XVI».

Completar también el ciclo con El incendio del Borgo es uno de los sueños de Violini: «Siempre pienso en Rafael porque trabajé en sus salas durante diecisiete años». La restauración de El incendio del Borgo, explica, «ya está en marcha, pero todavía no ha concluido». Abordarla supone explorar «un momento importante en la transición entre Rafael y su taller». Por lo tanto, significará «comprender mejor los frescos de la sala de Constantino», recientemente devueltos al público, pintados por sus alumnos Giulio Romano y Giovanni Francesco Penni.