La afición hispalense tributó el último adiós al jugador.
30 ago 2007 . Actualizado a las 14:23 h.Ni sevillistas ni béticos. Los sevillanos desterraron todas las rivalidades deportivas y, más allá de cualquier división, se echaron a la calle para despedir al futbolista Antonio Puerta, fallecido el pasado martes a causa de una displasia arritmogénica ventricular que le provocó un fallo multiorgánico tras dos días en la UCI. La ciudadanía desatendió las peticiones de intimidad de la familia y acompañó el féretro hasta el cementerio de San Fernando, donde sobre las 14.30 fue incinerado. Antes, los allegados habían autorizado la donación para trasplante de los órganos que no sufrieron daños por las múltiples paradas cardíacas que sufrió el malogrado jugador.
Más de 25.000 personas pasaron durante la madrugada y la mañana del miércoles por la capilla ardiente, instalada en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán. El velatorio concluyó con un responso en el que el sacerdote oficiante recordó el ya célebre estribillo del himno del centenario, «sevillista seré hasta la muerte», para destacar que, para un futbolista, «qué mejor forma de morir que en el terreno de juego», donde Puerta «daba su vida». También tuvo una mención especial para la novia del jugador, Maria del Mar, embarazada de siete meses, y para los padres y hermanos del fallecido, desechos por el dolor.
Fueron los jugadores del Sevilla, rotos los rostros por el dolor y ayudados por ex compañeros como Aitor Ocio o Sergio Ramos, quienes cargaron con el féretro desde la capilla ardiente hasta el coche fúnebre que lo trasladó al camposanto, seguidos por el llanto desconsolado de sus familiares. La multitud de seguidores y simpatizantes que esperaba en la puerta del estadio, guardando un espeso silencio y conteniendo la emoción prorrumpió en un fuerte y largo aplauso cuando el cuerpo sin vida del jugador salió al exterior del campo rojiblanco por última vez.
Los aplausos sólo cesaron para ser sustituidos por gritos como «Puerta, amigo, Sevilla está contigo» o «Puerta no te vayas».
Sevillistas y béticos ondearon al aire sus bufandas, y la escena rompió a los jugadores y al presidente del club, José María del Nido, a quienes las lágrimas arrasaron los ojos. Tras ellos, una pancarta en el fondo norte flanqueada por fotos, velas y bufandas de equipos de todo el país, intentaba un último consuelo: «Puerta, no te has ido, simplemente vas a jugar con el equipo del cielo».
La familia del malogrado lateral izquierdo quería vivir en la intimidad el resto de la dramática jornada, pero no hubo forma. La comitiva fúnebre, integrada por tres coches cargados de coronas de flores, los vehículos de los familiares y un autobús con los jugadores y la directiva del Sevilla, recorrió varias calles del centro histórico de la ciudad en medio de un clamor de seguidores.
En las fachadas, las banderas de los dos equipos de la ciudad colgaban de los balcones cargadas con dolorosos crespones negros.
Al llegar al cementerio, al féretro lo esperaba un gentío que recibió al jugador de nuevo con una fuerte ovación y el incesante grito de «Sevilla está contigo», coreado por miles de sevillanos que desafiaron el intenso calor. Una lluvia de flores regó el féretro. Sólo entonces, los aficionados dieron un respetuoso paso atrás y la incineración se realizó en una ceremonia estrictamente familiar.
Abrazo entre Del Nido y Lopera
Había sido una madrugada dura para la familia sevillista, congregada ante las puertas del estadio en cuando se conoció el fallecimiento del jugador tras dos días de agonía en la UCI del Hospital Virgen del Rocío. El cuerpo de Puerta, de 22 años, fue velado toda la noche en un altar colocado en el antepalco del Sánchez Pizjuán, en la zona conocida como la Fundación Centenario, y presidido por diversas fotografías suyas con el lema «Uno de los nuestros, descanse en paz».
El féretro estaba cubierto por la bandera del centenario del Sevilla y su camiseta con el número 16, así como por algunas rosas rojas, varias medallas religiosas e insignias, y algunas estampas de imágenes cofrades de la ciudad.
A su alrededor, la bandera de España -el jugador fue internacional en distintas categorías-, los últimos trofeos conquistados por el equipo e innumerables coronas de flores, además de algunas camisetas de otros clubes que acudieron a mostrar su respeto.
La capilla ardiente fue mudo testigo de un sinfín de momentos emotivos, como el abrazo en que se fundieron el presidente sevillista y el dueño del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, que dejó de lado enquistadas enemistades y quiso dar su apoyo a la familia y amigos del jugador.
La plantilla del Betis acudió vestida de riguroso luto. Por primera vez en la historia, los jugadores verdiblancos fueron recibidos en el Sánchez Pizjuán con un fuerte aplauso. , fue recibida por primera vez en su historia con un fuerte aplauso cuando. Las lágrimas de unos y otros vistieron este miércoles en Sevilla los mismos colores.