La última moda en la Liga, lanzar varios balones para perder tiempo

Alberto Bravo (DPA)

DEPORTES

El estadio Sánchez Pizjuán fue el domingo el último escenario de la trampa.

25 abr 2011 . Actualizado a las 15:46 h.

Autoproclamada como «la mejor del mundo» en términos futbolísticos, la Liga española tiene difícil sostener lo mismo respecto al juego limpio una vez impuesta la nueva «moda» de lanzar balones al campo para perder tiempo, una estrategia tan barata como rentable.

La maniobra es sencilla: el equipo local va ganando, el partido entra en su recta final y los últimos minutos apenas se juegan porque sobre el campo se arrojan balones para obligar al árbitro a detener el juego. Así hasta que el encuentro concluye, con la lógida desesperación del perdedor.

El estadio Sánchez Pizjuán fue el domingo el último escenario de la trampa. Ganó el Sevilla por 3-2 y el Villarreal acabó frustrado al no tener prácticamente opciones de disputar el empate en los últimos minutos, ante tanta interrupción.

El propio José María del Nido, presidente del Sevilla, calificó el final del partido como «impresentable» y añadió: «Hay que erradicar este tipo de situaciones. Se deben adoptar medidas federativas para que este tipo de situaciones no se vean en los campos de juego».

Aunque su equipo celebró tres puntos de oro.

Se puede decir que la «moda» comenzó el 30 de enero, cuando el Real Madrid visitó el campo del Osasuna. Los blancos cayeron por 1-0 y protestaron el masivo lanzamiento de balones desde la grada.

Luego ocurrió un suceso parecido el 12 de abril, cuando el Getafe visitó al Zaragoza y perdió por 2-1.

Esta vez la novedad fue que los balones fueron lanzados desde el mismo banquillo local. El mexicano Javier Aguirre, técnico del Zaragoza, aseguró que se sintió «avergonzado» de lo ocurrido y prometió «buscar al culpable». Pero hasta ahora nadie lo encontró.

La hinchada del Getafe tomó buena nota de lo ocurrido en Zaragoza y apenas esperó una jornada para tomarse su particular «revancha». El Getafe venció por 1-0 al Sevilla, que entonces tuvo que soportar algo parecido a lo que el domingo aguantó el Villarreal.

Sucede que la normativa actual ampara la trampa, que sale muy barata en relación a los beneficios que obtiene el infractor. La multa por arrojar balones es de 602 euros (880 dólares).

El comité de competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), el órgano sancionador, basa dicha multa en aplicación del artículo 110 del código disciplinario de la RFEF, que habla de «alteración leve» del transcurso del partido. Y eso es 602 euros.

Habrá que esperar ya a la próxima temporada para ver un incremento de la sanción por este motivo, algo que sólo se conseguirá con la reforma del código sancionador.