«No hay goles bonitos o feos. Hay goles y punto», era el titular que se leía ayer en la primera de los Deportes, página firmada por Álex Centeno y que La Voz dedicaba a Nelson Oliveira, el futbolista portugués que saltó al primer plano de la actualidad por su espectacular gol al Osasuna, cerrando el marcador de Riazor con ese 2-0 que abre la puerta de las ilusiones para los coruñeses.
En la mañana de ayer, entre un pequeño grupo de veteranos seguidores blanquiazules, se centró la conversación en el titular mencionado de «No hay goles bonitos o feos...» Pronto saltó la respuesta: «¡Claro que hay goles bonitos, como los hay feos, horrorosos!», afirmó uno de los contertulios, quien hablaba seguro de lo que decía: «En Riazor, desde que pasó Bebeto no se volvieron a ver goles como aquellos, que aún hoy, me parecen increíbles...».
En el desfile de goles que surgieron en la conversación, ocupó lugar privilegiado el que Bebeto le marcó a Buyo, en la portería de maratón, después de que el brasileño regateara en la misma jugada y por tres veces al defensa Mino, en carrera hacia la portería. Refrescada la memoria con aquel tanto, de inmediato todos empezaron a comentar sus recuerdos de otros goles imposibles, tal como suelen calificarse a los más inesperados, entre los que se mencionó otro de Djalminha al Celta en la misma portería. Al final, acuerdo unánime: «Hay goles bonitos pero, a la hora de la verdad, todos valen igual y los feos también son celebrados jubilosamente por la hinchada».