Oel efecto Domingos se diluye o el Dépor ha vuelto a las andadas. Poco que ver con ese grupo aguerrido que sembró de minas el centro del campo del Málaga o compitió con decoro en Anoeta. Como entonces, no le sobró juego a un once inicial que volvió a prescindir del talento en pro del esfuerzo y el sudor. Pero esta vez el experimento no funcionó. Careció del esfuerzo solidario que mostró en el estreno de Domingos, estuvo impreciso en el pase y cometió graves errores de concentración. Los cuatro puntos sumados en las dos jornadas anteriores daban para más, como mínimo para que el técnico portugués perdiera el temor a un rival que solo había marcado 14 goles en 19 partidos y que ocupaba la última posición.
Al Dépor le faltó fútbol y confianza para escarbar en los defectos del colista, pero incluso así, cayó por la mínima tras encajar un gol que no debió de subir al marcador y después de que Nelson Oliveira desaprovechara de forma lastimosa las dos ocasiones en las que se quedó solo delante del guardameta. No está, por tanto, lejos de los demás, pero debe exigirse algo más que saltar al Reyno de Navarra como si se tratara del Camp Nou.