Dopaje en un bus averiado

Daniel García Marco MIAMI / DPA

DEPORTES

Lance Armstrong en el podio del Tour tras una etapa de la edición del 2005.
Lance Armstrong en el podio del Tour tras una etapa de la edición del 2005. JOEL SAGET < / span>Afp< / span>

Armstrong y sus compañeros de US Postal recibieron transfusiones de sangre en el suelo de un autocar que simulaba estar vacío y estropeado

17 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Una noche de julio del 2004 en pleno Tour de Francia. Una solitaria carretera de montaña en Francia. Un autobús averiado. Conos naranjas en el asfalto. El conductor mira el motor.

Pero todo es mentira, es una treta para despistar a la policía y a los periodistas. Tumbados en el suelo del vehículo, Lance Armstrong y sus compañeros del equipo US Postal reciben una transfusión prohibida de sangre. Este es uno de los detalles que Floyd Landis, que también estuvo tumbado en aquel autobús, contó a los investigadores en el 2010, según revela el libro Wheelmen: Lance Armstrong, the Tour de France and the Greatest Sports Conspiracy Ever (Hombres Rueda: Lance Armstrong, el Tour de France y la mayor conspiración de la historia del deporte), escrito por los periodistas del diario Wall Street Journal Reed Albergotti y Vanessa O'Connell.

El libro, que salió anteayer a la venta en Estados Unidos, descubre pasajes desconocidos de las investigaciones que llevaron a que el estadounidense Armstrong, el que fuera mejor ciclista de la historia, fuera sancionado de por vida por dopaje, desposeído de todos sus triunfos y defenestrado como personaje e icono.

«Si no hubiera vuelto, nunca lo habrían cazado. Regresar (al ciclismo en el 2009) fue su mayor error», afirma Reed Albergotti. Armstrong había salido siempre indemne de las denuncias que se amontonaron durante los años como el polvo sobre sus siete trofeos de campeón del Tour. «La clave fue que se creía intocable, ninguna de las acusaciones durante años dañó su reputación. No pensó que una nueva lo haría, pero Floyd (Landis) podía contar más detalles y la gente le iba a escuchar», agrega.

El testimonio de Sheryl Crow

Durante 14 años Armstrong creó un lucrativo muro de lealtad. Pocos hablaron. Por interés o por temor. Tampoco la cantante Sheryl Crow, su pareja en aquellos años de jeringuillas y sangre hasta el 2006. «Confiaba en que Crow no quisiera hablar con la prensa ni con nadie sobre el programa de dopaje del equipo. Le explicaba que era simplemente parte del deporte, que todos los ciclistas hacían lo mismo», se lee en un extracto del libro publicado la pasada semana por el diario New York Daily News. Crow acompañó a Armstrong a Bélgica a someterse a una transfusión sanguínea en el 2004 y lo contó en el 2011 a cambio de protección durante la investigación federal.

Entre los otros muchos detalles que se revelan en esta historia, Albergotti destaca una conversación en la que Armstrong expresa a su círculo privado la «preocupación» por el hecho de que tomar hormona de crecimiento afectara al desarrollo del cáncer de testículos que superó en 1996.

La vida actual de Armstrong, de 41 años, transcurre entre Austin (Texas) y Hawai, dedicado a su familia y a combatir las demandas que se le acumulan, entre ellas una investigación por el patrocinio de US Postal que podría definirse en noviembre y costarle más de 120 millones de euros.