Los goles de Ramos solidificaron el plan que diseñó el técnico y defendió con fe el Madrid
30 abr 2014 . Actualizado a las 11:58 h.Era el bloque más en forma del continente. Diseñado por Guardiola a imagen y semejanza del Barça que tiranizó Europa durante algo más de un lustro, el Bayern parecía dispuesto para reeditar la Champions que había logrado Heynckes con suficiencia en la edición anterior. El Madrid, en pleno cambio de cara, tras la salida de Mourinho y el aterrizaje de Carlo Ancelotti en el banquillo, no semejaba estar aún lo suficientemente cuajado para hacer frente a la locomotora germana cuando la bola del sorteo de semifinales los emparejó. Sin embargo, poco a poco, el técnico italiano fue afinando su esquema, fue puliendo las piezas, hasta encontrar un plan con el que desactivó al Barça en la final de Copa y con el que ayer, espoleado por los goles de Ramos, borró al Bayern del Allianz Arena.
Nerviosismo
Un Bayern fuera de tono
El conjunto de Guardiola necesitaba agitar el partido, que algo sucediese lo más rápido posible. El marcador y el cronómetro jugaba en su contra. Aunque ayer equivocó el tempo. Buscó un contacto físico y una agresividad de impropia de un bloque que presume del toque como principal mandamiento. Daba la impresión de que trataba de desequilibrar a los jugadores, tal vez, encontrar una expulsión temprana de alguno de los futbolistas más temperamentales de la plantilla blanca como Pepe o Sergio Ramos. Pero se olvidaron que enfrente no tenían al Madrid de Mourinho, era el de Ancelotti. Y la estrategia, si es que lo era, pesó en su contra.
El 4-4-2
Equilibrio en todas las líneas
La transición del antiguo Madrid al de esta temporada arrancó con un 4-3-3 en el que Cristiano, Benzema y Bale ocupaban el ataque. Era la manera más sencilla de encajar el rompecabezas que la llegada de un extremo izquierdo como el galés planteaba en un conjunto donde esa banda es sagrada. Con este sistema, le quedó una versión demasiada larga del equipo, que se partía con facilidad y al que le costaba replegarse. Así regaló demasiados puntos en la Liga y por eso ahora no depende de sí mismo para ser campeón.
En la final de la Copa del Rey Ancelotti empezó a cambiar el chip, buscó refugio en el 4-4-2, el dibujo con el que Simeone atemoriza a los grandes. Más compacto y con la misma pegada que de costumbre, el Madrid accedió 12 años después a una final de la competición que sirve como termómetro de sus campañas.
Trabajo y trabajo
La ayuda como norma
Y en este nuevo boceto de equipo, hay un ingrediente que es indispensable para poder mantener en la alineación a futbolistas de corte creativo: el trabajo. Y ante el Bayern, el Madrid fue un torrente de esfuerzo, de pundonor. Las constantes ayudas de Modric y Di María sobre los laterales o incluso de Bale y la presión de Benzema y Cristiano les permitió vivir una noche plácida en la casa de su bestia negra.
Errores individuales
Las acciones a balón parado
Al final este tipo de eliminatoria también se definen por errores individuales. Los dos que anotó de cabeza Sergio Ramos, prácticamente solo dentro del área, fueron de bulto. A partir de ahí, al Bayern la cuesta se le hizo eterna y acabó subiendo un piñón, porque veía que no tenía fuerzas para coronarla. En cambio, para el Madrid todo sopló a favor. Ni siquiera hubiera precisado de los zarpazos de Cristiano, un goleador infalible.