Saneó las cuentas del grupo Fiat y redujo a la mitad el desarrollo de los nuevos modelos
12 sep 2014 . Actualizado a las 15:38 h.Llegar a la presidencia de Ferrari solo es un paso más en el camino de Sergio Marchionne. Duro e intransigente, el italiano no se detiene ante nada y ahora tiene por delante el reto de devolver a la Scuderia al lugar que perdió en la Fórmula 1. Marchionne, desde el 13 de octubre nuevo presidente de Ferrari tras la dimisión de Luca Cordero di Montezemolo, persigue que la empresa Fiat, de la que es el máximos responsable ejecutivo, que posee un 90 por ciento de las acciones de Ferrari, se convierta en un consorcio internacional, quiere que se desvincule territorialmente de sus orígenes. Para ello, el dirigente de 62 años ha llevado a cabo una profunda reforma dentro de la compañía en la que destaca la absorción a la estadounidense Chrysler. Fue un primer y gran capítulo para que una empresa asociada a la rica Turín se desligara de su imagen estrictamente italiana. Toda una revolución.
Ahora Marchionne vuelve a mover ficha dentro del grupo. Tras una reunión el martes por la noche con Montezemolo, los hechos se desencadenaron de forma rápida: después de 23 años como presidente de la empresa, Montezemolo presentó a primera hora del miércoles su dimisión, dejando el testigo de la archiconocida fábrica en manos de Marchionne. En lugar de elegir a un especialista en el mundo del motor, Ferrari se encomendó a un hombre de negocios.
El gran objetivo de Marchionne desde que asumió su puesto en Fiat en el 2004 fue establecer al consorcio como el segundo más grande del mundo por detrás de Toyota y a la misma altura de Volkswagen. El paso más importante hasta ahora en este sentido ha sido la mencionada fusión con Chrysler, una operación que se terminará en octubre. Pero quiere seguir con su camino sin aflojar un ápice. No es un hombre que se detenga fácilmente en el camino. De hecho, constantemente regresan los rumores sobre una posible fusión de Fiat-Chrysler con Volkswagen o Peugeot.
Ambición y perseverancia
Porque Marchionne no solo guarda amigos en Italia. Su ambición, su perseverancia y sus éxitos en un conglomerado golpeado por la crisis son muy reconocidos en su país, donde, sin embargo, vieron con malos ojos su decisión de mudar a Londres la sede del consorcio FCA (Fiat Chrysler Automobiles). Su intransigencia sobre este asunto soliviantó a gran parte de los italianos. Pero ganó prestigio tanto en Europa como en América y habla con rotundidad sobre el carácter del hombre destinado a poner de nuevo en la primera línea al equipo en el que compite Fernando Alonso.
Marchionne, que nació en 1952 en la región de Abruzos, estudió en Toronto. Tras pasar por varias empresas de embalaje, el abogado y revisor de cuentas aterrizó en Fiat en el 2004. El futuro presidente de Ferrari es conocido por sus enérgicas palabras y por su conducta poco convencional: suele acudir a las reuniones de trabajo en suéter en vez de traje y con una mochila en lugar de un maletín.
En el grupo Fiat, Marchionne saneó las cuentas, disminuyó la burocracia y redujo a la mitad el tiempo de desarrollo de los nuevos modelos. «Mi futuro siempre estará ligado a Fiat. Esta es mi última parada, no quiero ir a ningún lugar más», dijo hace unos años. No se sabe qué es lo siguiente que planea para Fiat, pero a partir del 13 de octubre afrontará un desafío más deportivo que económico: resucitar a Ferrari.