La festividad del día facilitó ayer a los aficionados intensificar sus comentarios sobre ese Deportivo-Celta que está a la vuelta de la esquina, acaparando la máxima atención de sus seguidores entre los que nadie muestra debilidad ni tampoco arroja la toalla. Incluso quienes presumen de no preocuparles el fútbol viven estos días atentos a lo que pueda suceder. Los Deportivo-Celta, tanto en Riazor como en Balaídos, resultan más que un partido de fútbol hasta el punto de conseguir que se agoten las localidades.
A todo esto, ¿quién se atreve con un pronóstico? En estos partidos es una ligereza querer convencer al lector de que lado soplará el viento y que equipo conseguirá llevarse los puntos a su casillero. Por cierto, y dicho de paso, los puntos, estos y los que consiguen los otros equipos, van adquiriendo solapadamente un alto valor por los resultados que se dan en partidos como ese Éibar-Elche (0-1) que momentáneamente devuelve vida al equipo ilicitano no se sabe por cuánto tiempo.
Pero volvamos a Riazor insistiendo en la pregunta: ?¿Ganará el Celta o el Deportivo?? Un galimatías para un juicio objetivo? salvo que por aquí se quiera arrimar el ascua a la sardina resaltando la influencia que tiene jugar en campo propio. La historia no olvida que tanto en Riazor como en Balaídos se sufrieron grandes desolaciones por ver marchar a sus rivales eufóricos por la proeza de ganar. También proeza será la del Deportivo, igual que para el Celta, alzarse con el triunfo en Riazor.
Decir que el partido no tiene pronóstico resulta normal y recuerda al médico cuando se le pregunta por el estado del paciente y el galeno responde: «Pronóstico reservado».