Bubba Watson defiende el título del Masters con McIlroy como principal amenaza, Woods reducido a alternativa sorpresa y las leyendas de siempre
09 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La primavera descorcha cada verano en Augusta las ilusiones de la llegada de un tiempo nuevo. La mística del primer grande del año convierte la invitación necesaria para jugar el torneo en un pasaporte hacia cualquier sueño. Desde hoy (Canal + Golf, 21.00)
no defiende el título un cualquiera, sino Bubba Watson, ganador en dos de las tres últimas ediciones, en busca de una tercera chaqueta verde que agigante aún más su prestigio de especialista. Pero Watson, un mago capaz de describir una trayectoria de dibujos animados desde las raíces de un árbol para ganar en el 2012, escucha estos días como por todos los rincones del campo se habla del reto de Rory McIlroy, un chaval noirlandés de 25 años que aspira a redondear el círculo perfecto del golf. Si gana el domingo, tendrá completa la colección de cuatro títulos del Grand Slam y reducirá a anécdota su histórico hundimiento del 2011, cuando era líder con cuatro golpes de ventaja y dilapidó su renta y parte de su autoestima con una última tarjeta de 80 golpes. Solo otros cinco mitos completaron la vitrina que también incluye el US Open, el Abierto Británico y el Campeonato de la PGA.
El presente lo encarnan McIlroy y Bubba Watson, que el martes sirvió en la cena de campeones ensalada César, pechuga de pollo a la parrilla con judías verdes, macarrones con queso y puré de patata. Pero el Masters, más que ningún otro evento en el mundo del deporte, venera el pasado y permite que jugadores que rondan los 60 se vean de pronto con posibilidades. Y también devuelve las miradas hacia la bolsa de palos de Tiger Woods, errático en los últimos años, convertido ahora en una posible alternativa sorprendente para el título, pero no descartado por nadie en sus cabales.
Porque todo será posible desde que Arnold Palmer, Gary Player y Jack Nicklaus, en la salida de honor del Masters, peguen sus drivers en el primer tee. Se desatará entonces una pelea que, en realidad, incluye a más de una decena de jugadores con grandes posibilidades de victoria. McIlroy comparte partida con Ryan Moore y Phil Mickelson, que convertirá cada calle en una oportunidad de birdie (o eagle). Watson pasará cinco horas en compañía de el inglés Justin Rose, una de las grandes bazas del golf europeo. Rickie Fowler reclama algo de suerte tras verse todo el año pasado entre los cinco primeros de los cuatro grandes, dolorosas pedreas después de sentirse tan cerca de la gloria.
Y entre los jóvenes, improbables ganadores en un campo que premia la experiencia para interpretar cada uno de sus rincones, todos señalan a Jordan Spieth. Solo compitió una vez en Augusta y solo tiene 21 años, pero llegó a verse líder el domingo decisivo.
Jiménez, García y Olazábal, opciones españolas
El ruido alrededor de los grandes favoritos hace que los tres españoles paseen como de puntillas por Augusta. Sergio García ya terminó tres veces entre los diez mejores del Masters, pero, pese a su talento, suele recelar públicamente de sus opciones de victoria en el primer grande del año. Doble ganador de la chaqueta verde, Chema Olazábal, a los 49 años, se fija como objetivo pasar el corte. A sus 51, Miguel Ángel Jiménez, cuarto en el 2014, es capaz de cualquier resultado.
Tiger se declara entusiasmado con su juego pese a los problemas de los últimos años
El termómetro de la popularidad lo señala, quizá, como el jugador más seguido todavía por los aficionados. Una multitud acompaña esta semana en Augusta cada vuelta de prácticas de Tiger Woods, catorce grandes en su palmarés, 39 años en su pasaporte y encogido ahora como número 111 del ránking mundial. No gana el Masters desde el 2005, no celebra un grande desde el 2008 y apenas ha completado un torneo de 72 hoyos desde que reapareció en marzo del 2014 tras someterse a una intervención en la espalda. Por su aura de mito en vida mantiene el magnetismo entre los aficionados, y por todos los datos de su juego reciente figura como un ganador que multiplicaría por 30 o 40 los euros invertidos en las apuestas.
Además no compite desde que el 11 de febrero anunció un paró en su calendario, hasta que sintiese que podía jugar en condiciones. El martes, en una comparecencia ante la prensa mucho más relajada de lo que acostumbraba cuando dominaba el golf con mano de hierro, volvió a proclamar su confianza, como en los meses anteriores, pese a que los resultados no afloran. «Siento que mi juego está al fin listo para competir a este nivel, el más alto nivel, y estoy entusiasmado de estar aquí», declaró Tiger.
«Me he roto el trasero»
¿Será este su regreso definitivo? ¿Tendrá al fin verosimilitud su plan? ¿Cómo ha hecho para recuperar la confianza? «Me he roto el trasero. Es la manera más fácil de describirlo. He trabajado duro», explicó Woods, que insiste en su capacidad para reinventarse: «La gente nunca va a entender cuánto trabajo puse para volver».