En la liga mas competitiva del mundo, donde casi es imposible que un equipo repita play off, otra vez los Patriots, siempre los Patriots. No es ese equipo que en agosto parecía que iba a ganar todos los partidos, con fichajes estelares como Cooks y Gilmore, pero tampoco el que en septiembre parecía que no daba pie con bola. Septiembre al margen, los Patriots han sido los Patriots. Están entre los tres mejores en ataque y en defensa. Han conseguido dejar a sus rivales por debajo de los 20 puntos de media y anotado más de 21, para un balance de 11 victorias y 1 derrota (13/3 balance total). Aun perdiendo a su mejor receptor, Edelman, antes de empezar la temporada, con Gronkowski limitado al comienzo por lesión y una defensa que parecía pelear más contra sí misma que contra el rival, de alguna manera consiguieron ir ganando partidos. Siempre lo hacen. Cada semana tenían un problema menos, estaban un poco mejor. Que nadie se equivoque. Estaban mal y entonces sus rivales tuvieron la oportunidad de, quién sabe, acabar con una dinastía, pero fallaron. Llegó enero, saltó la sorpresa en los cruces (con un Jaguars-Steelers que está entre los mejores partidos de la historia) y se colaron, remontada incluida, en la Super Bowl. Son peor equipo que otros años, están mas viejos, les faltan jugadores importantes y algún año tienen que perder, pero si le preguntan a los Eagles dirán que cualquier rival mejor que este.
Los Eagles no partían como favoritos en ninguna apuesta. En septiembre, Falcons, Panthers, Seahawks, Packers o incluso Cowboys estaban antes que ellos. Pero las semanas pasaron y los mencionados fueron cayendo. Jones no tenía balones, Newton parecía Kaepernick, Wilson estaba solo contra el mundo, la clavícula de Rodgers dijo basta y Prescott se empeñó en demostrar que sin Elliott es un quarterback del montón.
Si no he dicho nada de la AFC es por que este año la NFC ha sido maravillosa. Mientras estos caían, emergían los Saints, Vikings, Rams y Eagles dejando una Conferencia Nacional preciosa, que durante muchas semanas estaba muy por encima de la Americana. Crecieron los Eagles a pesar de perder piezas tan importantes como Sproles y Hicks. Ganaban y ganaban bien. Su defensa competía con la de los Jaguars por ser la mejor y su ataque fluía en esa combinación casi perfecta entre pase y carrera, con Wentz y sus grandes aliados (Jeffery y Agholor). Por tierra, el fichaje de Ajayi combinaba a la perfección con Blount. En un sistema de defensa demencial que destroza a sus rivales, a los veteranos Long, Jenkins y Cox se le sumaron jóvenes talentosos.
Todo era alegría en la ciudad de la libertad, hasta aquel fatídico 10 de diciembre, cuando a falta de cuatro minutos para acabar el tercer cuarto Wentz entra en la zona de anotación y su ligamento hace crac. Lejos de venirse abajo, la final contra los Vikings, paliza incluida, es uno de sus mejores avales para la Super Bowl.
En la gran cita, la veteranía de los Pats los coloca es una situación de confort, mientras que los Eagles llegan sin nada que perder. El equipo que juega contra los Pats es mejor, llega mejor y parece mejor. Los Pats están mal. Llamadme loco, pero tengo la extraña sensación de que ya he visto esta película y temo que me sé el final.
Carlos Pastoriza es presidente y quarterback del Valhalla Towers