Sofía Toro profundiza en la vida de superación de una médica y triatleta que ha sabido superar obstáculos, como los que se le presentaban con su albinismo y unos porcentajes de visión del 5% y del 8% en sus ojos.
21 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Si la vida de un deportista de élite es ajetreada, la de la paratriatleta Susana Rodríguez (Vigo, 1988) es de otra planeta. Desde pequeña supo que ella podía hacer todo lo que se propusiera y su discapacidad visual no ha sido un obstáculo en su carrera académica ni en su carrera deportiva. Su primer intento de ir a unos Juegos Paralímpicos fue en Pekín, cuando era estudiante de Fisioterapia y competía en atletismo, pero a pesar de conseguir la mínima, se quedó fuera. Para un deportista hay dos maneras de afrontar un fracaso: venirse abajo o, como hizo Susana, pasar página y continuar adelante. En el 2010 empezó la carrera de Medicina en Santiago y cambió el atletismo por el triatlón. Ahora, casi nueve años después, es médico residente en el servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Clínico de Santiago, quedó quinta en los Juegos Paralímpicos de Rio 2016 y es bicampeona del mundo. La charla comienza en una tarde de «agobiante rutina», en la que busca tiempo donde no lo hay.
-¿Cómo empezaste en el triatlón?
-Empecé a practicarlo por casualidad. Yo estaba en una época en la que no practicaba ningún deporte, y un día, buscando información de cómo le iba a unas compañeras de atletismo, vi que en la página web de la federación había una pestaña nueva que ponía paratriatlón. Cliqueé en ella y vi que eso existía, porque no sabía que había pruebas para personas con discapacidad. Quedaban dos meses para una competición y me lo tomé como un reto, conseguí un tándem y una guía y me fui para allí. Me gustó tanto, que desde ese momento fui entrenando cada vez más.
-Por entonces hacías atletismo.
-Corría los 100 y los 200 metros, así que el cambio fue bastante grande. Cuando acabé en el instituto, me fui al centro de tecnificación de Pontevedra para estudiar en la universidad y entrenar allí. Me iba bien e incluso llegué a conseguir la mínima para ir a los Juegos de Pekín. El problema es que solo había siete plazas para España y me quedé fuera de la selección y no participé. En su momento fue duro, pero ahora miro hacia atrás y pienso que, si no fuera por eso, a lo mejor luego no hubieran venido otras cosas.
-Como cliquear en aquella pestaña de paratriatlón.
-Pues seguramente nunca habría cambiado de deporte y no habría estudiado Medicina. Si empecé, fue porque en aquella época no tenía ninguna carga competitiva que me lo impidiera.
-Una deportista muy completa, porque pasar de ser velocista al triatlón debe de ser un cambio muy grande.
-Más que completa, yo diría que me sé adaptar a las situaciones. El entrenamiento es completamente diferente, pero es cierto que la carrera a pie a veces se me hace muy larga y es lo que más me cuesta.
-Tu carrera ha sido brillante en lo deportivo, pero también en lo académico.
-Siempre fui muy disciplinada. Desde pequeña dedicaba dos horas al día a estudiar, a veces me pregunto qué hacía en cuarto de primaria estudiando dos horas con lo poco que se hace a esas edades. [Se ríe] Paso a paso fui avanzando, siempre me gustaron las ciencias de la salud, estudié Fisioterapia y después de lo de Pekín me embarqué en la carrera de Medicina y ahora me gusta mucho mi trabajo.
-Yo de pequeña competía en natación y entrenaba todos los días. Durante la ESO muchos dejaban de venir, porque decían que no tenían tiempo para estudiar. A mí en casa me enseñaron que organizándome podía compaginarlo y siempre motivo a los más jóvenes para que no abandonen el deporte.
-Yo también hablo de esto cuando voy a dar alguna charla. Hay tiempo para todo, aunque hay cosas que a unos nos llevan más tiempo que a otros. Es cuestión de no perder el tiempo. Para practicar deporte de alto nivel hay que sacrificar cosas y no siempre es fácil, pero todo es cuestión de organizarse.
-Puede que parte de la culpa la tengan muchos padres, que le dan toda la importancia a sentarse a estudiar, pero ninguna a practicar deporte y fomentar los valores que conlleva. En mi casa siempre creyeron que el deporte complementaba mi educación e insistieron en que no lo dejase.
-En mi caso mi familia no tenía tradición deportiva ninguna, pero también creyeron oportuno que tanto mi hermana como yo practicáramos deporte. Como era muy trabajadora, nunca tuve problemas con los estudios y siempre pude compaginar todo. Como dices, invertir tiempo en deporte es invertir en educación y en salud.
-Cuando empezaste a prepararte para Río estabas estudiando Medicina, a mí me pasó lo mismo cuando empecé a prepararme para Londres. Tuve que irme a entrenar a Santander y con las competiciones me costó mucho acabar la universidad. ¿Tú cómo hacías?
-El primer año en Santiago, que era cuando me tenía que adaptar al volumen de trabajo de la facultad, los entrenamientos no eran muy duros. Creo que eso me ayudó, porque luego poco a poco fui aumentando la intensidad del entrenamiento y le fui dedicando más tiempo al deporte.
-Unos meses antes de la selección para los Juegos de Río, cambié de tripulante, casi a la vez que tu cambio de guía. En un barco la relación entre compañeras es muy estrecha y pasamos más tiempo juntas que con nuestra propia familia. Me imagino que con tu guía tienes que estar muy unida y cambiar no será fácil.
-De un guía son importantes muchas cosas y lo que miramos primero es el tema deportivo. Aparte de todas las cuestiones técnicas, está claro que también tiene que haber una buena relación, porque realmente pasamos mucho tiempo juntas y también hay que saber desconectar y divertirse. Si eso falla, es probable que el tándem en algún momento fracase.
-Está claro, al final estás lejos de tu casa y tienes el estrés de la competición. Para mí es importante que también haya buenos momentos fuera del agua.
-Exacto. Aunque a veces es complicado tomar la decisión. En mi caso, por ejemplo, me costó mucho. Llevaba cinco años compitiendo con la misma persona y no fue fácil cambiar a cuatro meses del objetivo.
-Ahora con Paula García acabas de ganar el Mundial. Os va muy bien.
-Estamos muy contentas. La conocí a través de Mabel [Gallardo], la guía con la que competí en Río. Mabel tenía su trabajo, no podía continuar con el nivel de sacrificio que esto requiere y me presentó a Paula. Somos un equipo bastante sólido en las tres disciplinas. Es supercompetitiva y, además, nos llevamos muy bien. En el Mundial, por ejemplo, me motivó mucho y llevaba toda la semana diciéndome que íbamos a ganar. Esa confianza fue la clave.
-O sea, que os complementáis muy bien.
-Sí, ella es más decidida y yo, más conservadora. En la competición me anima y eso me va muy bien. Las carencias que tiene una las suple la otra.
-Me parece que ya no te puedo robar más tiempo. ¿Tienes que ir a la piscina?
-Sí, con el trabajo casi no tengo tiempo para nada y ahora me toca ir a nadar.