
En Valencia aún saborean la clasificación para la Liga de Campeones, que era el objetivo al principio de una temporada que se les había puesto muy cuesta arriba. Es el año de su centenario, lo que siempre conlleva un ápice de motivación especial. Y tienen motivos para ser optimistas: Rodrigo, Mina y Gameiro, sus puntales ofensivos, llegan en un momento en el que se sienten decisivos. Enfrente, un Barcelona que tiene en su estado mental un gran interrogante. El palo de la semifinal ante el Liverpool, por cómo se produjo -encajando cuatro goles, que es algo muy duro- y por repetirse casi de una forma mimética a la temporada anterior, puede afectarles. Las bajas de Dembelé y Luis Suárez también le condicionan, pero tiene a Messi. El argentino es el factor diferencial.
A nivel grupal, el Barcelona no acaba de estar bien. Pero todo eso puede evaporarlo Messi de un plumazo y sacarles de cualquier problema. Ya lo conocemos, se agotan los calificativos para su fútbol. Su mera presencia sirve para que el Barcelona, pese a todo, pueda partir con el cartel de favorito en un partido que seguro va a ser atractivo, muy interesante. También puede decidir la experiencia en este tipo de partidos, y ahí los de Valverde suman un punto a favor, más acostumbrados a disputar finales. Pero esto no deja de ser un juego colectivo, que puede dirimirse por detalles.
Son dos estilos diferentes. El Valencia se dejará querer, juntará las líneas, evitando dejar espacios. Es un equipo agresivo, muy paciente, que transita a una gran velocidad en ataque. Ahí es donde puede encontrarse cómodo ante un Barcelona del que se espera lleve la iniciativa. Veremos en qué estado llega Coutinho, que es otra ficha que puede condicionar mucho a Valverde la distribución de sus futbolistas de ataque.