Lucas Yáñez, campeón del mundo júnior de patinaje artístico: «Cuando vi el primer puesto general fue un ¡bum! y caer de la nube»

Pablo Gómez Cundíns
Pablo Gómez Cundíns REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

@ASWC2021

El deportista gallego del CP Maxia ya apunta su próximo sueño, ser el mejor del mundo en categoría absoluta

07 oct 2021 . Actualizado a las 17:49 h.

El tono de voz de Lucas Yáñez (A Coruña, 2004) es grave, sereno, e invita a confirmar su edad sobre el papel. Pero no hay duda. Es el flamante campeón del mundo júnior que deslumbró a todos los presentes en Paraguay con un dominio absoluto de la competición, a pesar de ser debutante y el más joven. Paradójicamente, ahora que todo ha pasado, parece que es el comienzo de un gran camino.

—¿Cómo se encuentra?

—La ceremonia de entrega de medallas fue un momento inolvidable. Todavía la estoy disfrutando.

—Ya ha dicho que fue un sueño.

—Este campeonato entero, ya solo haber venido, fue un sueño. Sabía que podría ganarlo, pero pensaba que esa posibilidad estaba lejos. En la misma fila para ir al podio a recibir la medalla pensaba: «Solo me lo creeré cuando toque el metal y me lo cuelgue al cuello».

—Vaya celebración, la suya.

—Es que llevo patinando toda la vida y Rosa García es mi entrenadora, pero la verdad es que es como si fuese mi segunda madre. Comparto muchos momentos con ella. Y es fue muy intenso.

—Se notó en las imágenes, usted explotó de alegría.

—Es que en el programa largo no lo hice todo lo bien que podría haber sido, y vi que mi rival, el otro español, Héctor Díez, podía ganar perfectamente por su actuación. Y en ese momento, esperando la puntuación, yo me veía claramente en la segunda posición. Y cuando vi el 1 general fue un ¡bum!. Fue caer de la nube.

—Ha tenido a su madre Koki y a su hermana Gabriela sin dormir, por el cambio horario con Paraguay [Lucas Yáñez compitió en la madrugada española].

—Cuando llegué de regreso al hotel tenía infinidad de mensajes, pero lo primero que hice fue llamar a mi madre y a mi hermana y ya me sentí muy bien. Ellas me decían que es muy difícil llegar hasta aquí y que disfrute de estos días.

—¿Lo hará?

—Por supuesto. Hasta el domingo estaré apoyando al equipo español que falta por competir, del mismo modo que ellos me apoyaron a mí. Y, si puedo, aprovecharé para conocer Asunción.

—Campeón del mundo júnior. ¿Se ve repitiendo esta gesta, pero en edad absoluta?

—Es el siguiente paso. Mi siguiente objetivo (lejano, porque aún estoy en mi primer año en la categoría júnior) es participar en un Mundial absoluto. Y ganarlo.

—¿Alguna vez ha sopesado irse de A Coruña para progresar en el patinaje artístico?

—No, y no creo que sea necesario. Es cierto que es más difícil conseguir éxitos trabajando desde Galicia, pero así también tienen más mérito. Yo estoy muy a gusto con Rosa, no me voy a separar de ella.

«Lloraba de niño en los patines por preferir fútbol y, de pronto, no quise bajarme más»

Una de las imágenes del Mundial júnior celebrado en Paraguay es la de Lucas Yáñez abrazándose a su entrenadora Rosa García.

—¿Con qué recuerdo de este Mundial júnior se va a quedar?

—De verdad que creo que pensaré que con el trabajo duro puedo conseguir lo que me proponga. Del Nacional, al Europeo, al Mundial mejoré muchísimo, pro no solo en patinaje, sino a nivel mental. Creo que es en ese aspecto en el que más lo he notado.

—¿En qué momento?

—Es que salir después de tus rivales es realmente duro. Esperar a que salgan todos, más sus resultados, los gritos y aplausos. Todo eso imprime una presión brutal.

—¿Siente que está madurando por encima de lo que le correspondería a su edad?

—En este deporte es fundamental ser maduro y tener los pies en el suelo. Yo me considero muy maduro y concentrado cuando practico deporte. Y quiero ganar, con mucha intensidad.

—¿Se acuerda de la primera vez que se calzó los patines?

—No, pero si me acuerdo de que mi madre me dejaba en patinaje, porque también iba mi hermana y yo me quedaba llorando en la pista porque quería jugar al fútbol, pero de pronto comencé a sentir este deporte y después ya nunca quise dejar de patinar.