Luisito Suárez Miramontes, la estrella del Campo de la Luna

Xurxo Fernández Fernández
Xurxo Fernández A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

Amancio Amaro y Luis Suárez.
Amancio Amaro y Luis Suárez.

El Perseverancia de Santo Tomás fue el primer equipo del crío con más talento en el descampado de Monte Alto (A Coruña) , que llegó al Dépor a los 14 y se fue mayor de edad

09 jul 2023 . Actualizado a las 19:21 h.

Se marchó un crío, volvió un chaval. Acababa de pisar A Coruña cuando le dio alcance Vicente Leirachá. La conversación entre el periodista y aquel Luis Suárez que retornaba encierra el registro entrañable de la excesivamente breve militancia en el equipo de su ciudad. Arranca así:

—¿Ya te afeitas?

—Una pasada de viernes en pascuas.

19 recién cumplidos. Meses antes, había abandonado el Deportivo para fichar por el Barcelona. Motivo de fuerza mayor. «En siete partidos gané más dinero que aquí en toda la Liga», confesaba durante la charla, todavía a seis años de sumar un Balón de Oro al patrimonio personal.

El único español registrado como mejor futbolista del año (1960) salió de un rincón del mapa y triunfó emigrando, para hacer buena la radiografía general del gallego de la época, redondeando su origen coruñés. De la avenida de Hércules, en Monte Alto, donde se asentaba también la carnicería familiar. Su primer equipo fue el del barrio, organizado por el padre Carballo, que le puso el nombre de Perseverancia y lo adscribió a una iglesia; la de Santo Tomás. El párroco reunió allí a los muchachos que hasta entonces tenían como cancha un descampado, donde Luisito, además del talento ponía el balón.

Trabajando en la carnicería familiar de la calle Hércules, donde ayudaba de adolescente.
Trabajando en la carnicería familiar de la calle Hércules, donde ayudaba de adolescente. Alberto Martí

Pelota de cuero para jugar entre porterías improvisadas por cortesía de los hermanos mayores de Suárez Miramontes; José y Agustín. Ambos hicieron carrera arrancando en el Deportivo, aunque ninguno llegó tan lejos como el menor. A ese lo apadrinó Rodrigo García Vizoso y lo destapó Alejandro Scopelli cuando convocó a un rebumbio masivo a los chavales de la ciudad.

A la primera gran operación de captación blanquiazul se presentó el Perseverancia y arrasó, franqueando a la estrella del Campo de la Luna el paso a la peculiar cantera del club. «Hicieron un llamamiento en el periódico a todos los niños de 12, 13 y 14 años e íbamos a Riazor a probar cientos y cientos —rememoraba en una entrevista del 2016—. Fueron eliminando a muchos hasta formarse dos equipos. Jugábamos antes de los partidos del Dépor si el campo lo permitía y los futbolistas del primer equipo nos veían». Arrancaba 1950, el hijo pequeño del carnicero había cumplido 14 y ya no quería ser cirujano, sino empezar a vivir del balón.

De visita en A Coruña en 1963.
De visita en A Coruña en 1963. Alberto Martí

Lo hizo engrosando el conjunto juvenil de nueva creación, y dando enseguida el salto a un Fabril en el que también brilló. Solía actuar de interior, con tendencia a moverse por la derecha, y en esa posición se estrenó en Les Corts. No todavía vistiendo de azulgrana, sino a las órdenes de Carlos María Iturraspe, defendiendo a un conjunto visitante que se llevó un revolcón. «Cuando debuté creía estar tocando el cielo (...) Perdimos 6-1, aunque se ve que hice alguna cosita», resumiría Luis Suárez al repasar su primera cita como profesional. La «cosita» caló, porque solo 16 encuentros más tarde ficharía por el club catalán junto a Dagoberto Moll.

Apenas le dio tiempo a estrenar cuenta anotadora al servicio del Deportivo, disimulando otra goleada encajada a domicilio (4-1). Esta, frente a la Real Sociedad. El mismo conjunto al que se midió en su último encuentro oficial con la camiseta blanquiazul. Final feliz: 3-0 en Riazor.

—¿Luis, firmaste por el Barcelona?

[Silencio de accionista de la Telefónica]

—¡Luis!

—Ya oigo, pero no puedo hablar.

Con dos históricos del Dépor, Juan Acuña y Arsenio Iglesias, en 1997 en A Coruña.
Con dos históricos del Dépor, Juan Acuña y Arsenio Iglesias, en 1997 en A Coruña. Xosé Castro

Omertá forzada por la entidad culé, que en marzo del 54 saboteó el intento de Orestes (periodista de La Voz) de confirmar el traspaso consumado un par de meses después. 600.000 pesetas por las dos figuras del plantel.

Luis Suárez aún se enrolaría en otro par de ocasiones en el equipo de su ciudad. Siempre a préstamo. La última, para ganarle al Nacional de Montevideo el Teresa Herrera del 69, representando al anfitrión. «Me hubiera gustado jugar más en el Dépor, haber ayudado a alguna cosa importante —admitiría, ya retirado, el crío del Campo de la Luna—; pero es ley de vida y tampoco me fue mal».

Regresó como entrenador en Segunda antes de convertirse en seleccionador

Luis Suárez aún retomaría su relación con el Dépor cinco años después de colgar las botas. Lo hizo para reemplazar a Enrique Mateos en el banquillo blanquiazul. El conjunto coruñés, que acumulaba temporadas en Segunda, había arrancado mal el curso 78-79 y recurrió al entonces técnico que había ejercido ya en el Inter y el Cagliari italianos. Llegó en la jornada 11 y consiguió enderezar ligeramente la situación hasta asegurar la permanencia a falta de dos encuentros para el final de la competición.

Aquella etapa dejó otra larga entrevista en La Voz. El Luisito entrenador sostenía que «lo importante es el resultado» y citaba a Helenio Herrera como su fuente de inspiración. Lamentaba que su deporte hubiera «bajado en cuanto a espectáculo», mientras ganaba en «preparación física, fuerza y velocidad». Se declaraba además «totalmente satisfecho» con lo aportado al equipo de su ciudad: «Estoy entregado a la labor que se me encomendó y creo que la estoy realizando con honradez y la mejor voluntad». A su servicio, varios deportivistas reconocibles como unos jovencísimos Paco Buyo y José Luis Vara; Castro, Traba, Ramón Piña, Carlos Ballesta o Richard Moar.

Rodaje perfecto antes de encarar once campañas como seleccionador. Tres, al frente de la absoluta, otra muesca de nivel en un extraordinario historial.