La extenista y el empresario se enfrentan a cuatro años de prisión por el impago de una deuda de más de siete millones de euros
17 sep 2023 . Actualizado a las 19:44 h.Arantxa Sánchez Vicario ha pasado una de las semanas más complicadas de su vida al tener que sentarse en el banquillo del juzgado penal número 25 de Barcelona por un presunto delito de alzamiento de bienes por el que piden para ella y para su exmarido, Josep Santacana, cuatro años de prisión. Muestra del estado anímico de la tenista fue el hecho de que se derrumbara durante su declaración. Inundada en lágrimas, la tres veces ganadora del Roland Garros, declaró que era su exmarido «quien llevaba todos los temas».
«Él me dijo que no pagara la deuda. Yo soy jugadora de tenis y no entiendo de patrimonio», explicó, al tiempo que aseguró que se fiaba de su marido, Josep Santacana, encausado en el mismo procedimiento. Curiosidades del destino, el inicio juicio coincidió con el aniversario de boda del exmatrimonio que se dio el «sí, quiero»; el 12 de septiembre del 2008.
La tenista y el empresario están acusados de ocultar presuntamente su patrimonio a través de testaferros para evitar pagar una deuda de 7, 5 millones de euros al Banco de Luxemburgo. Un hecho que Arantxa reconoció cargando toda la responsabilidad sobre Santacana: «Mi marido lo organizó todo», aseguró. Una versión que ratificaron los gestores al afirmar que recibían las instrucciones de él y nunca de la deportista. «Ella estaba muy pasiva, en sentido de que estaba en otro mundo, no tenía mucho interés por estas cosas, a pesar de estar informada de todo»,declaró el administrador de varias sociedades de Sánchez Vicario.
Deuda reconocida
Ya hace meses que Arantxa decidió reconocer la comisión del delito y la existencia de la deuda, lo que le ha llevado a destinar el 50 por ciento de todos sus ingresos a sufragarla, con lo que espera reducir la pena de prisión para no tener que entrar a la cárcel.
En el juicio, la olímpica aseguró que se fiaba de su marido y que arrepiente de no haber pagado la deuda que tiene su origen en un aval solicitado al Banco de Luxemburgo para pagar una multa de 500.000 euros que Hacienda le impuso cuando quiso evitar tributar en España declarando su residencia en Andorra.
Por su parte, el empresario catalán se mostró tranquilo durante el proceso y así lo hizo saber el primer día a su llegada a las dependencias judiciales. «No he gestionado su patrimonio, yo no he hecho nada malo ni tengo el dinero que le exige el banco», ha argumentado en más de una ocasión desde su imputación, un año después que a su mujer. Más allá de su testimonio, su defensa se presentó con un as en la manga, una carta manuscrita de Sánchez Vicario con la que pretendía demostrar que la relación del matrimonio estaba basada en la confianza.
Cuatro páginas en las que la tenista dice a su marido que es el hombre de su vida y que no le ha engañado, poniendo a sus padres en la diana como responsables de sus problemas. La lectura de la misiva durante el proceso fue un amargo trago para la que fuera número 1 del tenis mundial que la miró en silencio y declaró que no sabía de cuándo era, si bien, por su contenido, se entiende que pertenece al momento en que el empresario había decidido dejarla.
«Se que llevamos muchos años luchando y aguantando cosas que no son normales y que hacen que uno se desgaste, porque no es nada agradable, pero sigues luchando para que todo esto cambie porque ves que no es justo. Los dos hemos pasado muchas cosas, lo culpables han sido mi familia, que ha querido acabar con nosotros en todos los sentidos, pero no lo han conseguido ni lo van a conseguir», recoge el texto ahora judicializado que pretende retirar el foco de Santacana, si bien queda a la interpretación entender a qué tipo de cuestiones concretas se refiere. Igual sucede con otra frase en la que expresa: «Sé que he cometido errores al igual que tú, pero al final merece la pena equivocarse y luchar para darte cuenta de lo que tienes, una familia maravillosa, que al final es lo más importante y lo que cuenta».
Lo que sí queda claro es que, por entonces, Arantxa luchaba por recuperar a su marido: «Nunca pensé que diría esto, pero por favor no me dejes, es lo que siento, no tires la toalla». «Démonos otra oportunidad para poder hacer las cosas mejor y que podamos mejorar para que todo vaya a mejor. Espero y deseo que así sea y podamos seguir construyendo juntos este camino, por favor», termina.
Queda por ver si esta carta escrita en la intimidad es prueba suficiente para colegir que Arantxa culpaba a sus padres de sus problemas económicos y liberaba a su marido de cualquier responsabilidad al respecto.