La conexión gallega de Payton Pritchard, campeón de la NBA con los Boston Celtics

JOSEMA LOUREIRO REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

P. F.

El exjugador lucense Pablo Ferreiro tiene una longeva amistad con el base de la franquicia verde, que acaba de ganar su decimoctavo anillo de la NBA

22 jun 2024 . Actualizado a las 13:15 h.

En la madrugada del pasado martes, un muchacho de Oregón hacía estallar al TD Garden de Boston después de una inverosímil canasta sobre la bocina desde más allá de la mitad de cancha. A más de 5.000 kilómetros, un gallego celebraba la gesta de su amigo. Pese a la distancia, el tiempo une, desde hace más de una década, a Pablo Ferreiro y a Payton Pritchard, jugador de los Boston Celtics.

Ferreiro (Lugo, 1998), exjugador de baloncesto con pasado, entre otros, en el Leyma Coruña, conoció a Payton (Tualatin, Oregón, Estados Unidos, 1998) en Lugo, en el marco de un campus infantil: el Leyma Basket English Camp. En estas jornadas, vertebradas entre el deporte y la inmersión lingüística, coincidían jóvenes jugadores españoles y estadounidenses, que disfrutaban en la ciudad amurallada de un intercambio.

«Lo conocí ahí cuando tenía unos 11 o 12 años y nos entendimos muy bien desde el primer momento. Me decía que, viendo mi forma de jugar, me encantaría ver cómo se entrena y se vive en Estados Unidos el baloncesto, y me invitó a ir», señala Ferreiro.

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Dicho y hecho. Pablo, aprovechando la época estival, acompañó a Payton a Oregón, donde pasó tres meses: «Estuve allí, viviendo con él y con su familia en Estados Unidos. Es una experiencia fantástica; además, él es supercompetitivo y el pique era constante».

Tanto disfrutó de su paso por Norteamérica que Ferreiro hizo de la excepción un hábito. Pasó hasta los 16 años visitando a su amigo y aprovechando las circunstancias para organizar junto a él un campus de baloncesto.

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«Todos los años nos traíamos jugadores españoles para que entrenasen aquí con técnicos de un nivel increíble. Era alucinante, tanto para ellos como para nosotros. Un día incluso apareció Damian Lillard», recuerda Ferreiro, que no descarta retomarlos en el futuro cercano, teniendo en cuenta también «el peso de contar con un jugador de la talla de Payton».

Un competidor nato

Después de una carrera exitosa en los Ducks de la Universidad de Oregón, Pritchard fue seleccionado por los Celtics en el puesto 26 del draft del 2020. Su impacto en la franquicia bostoniana como novato fue instantáneo: en su primera campaña, en la que disputó de media 19 minutos por partido, tuvo un 41 % de acierto desde la línea de triple, su mayor virtud.

En medio de rumores alrededor de una posible salida de los Celtics por un rendimiento irregular en el 2023, el técnico Joe Mazzulla hizo su parte junto a Brad Stevens (mánager general) para atar a Pritchard durante cuatro años con un contrato con el que ganará casi 30 millones de dólares.

De la mano con la renovación llegó un papel mucho más importante para él como jugador de rol desde el banquillo. En la temporada regular 2024-2025, Pritchard promedió casi diez puntos por partido, con un papel importante dentro de la segunda unidad de los verdes. Fue capital su aportación en los play offs como parte de la rotación corta de los campeones de la NBA. El broche de oro, los dos triples lejanos sobre la bocina en la serie de la final.

«Me lo encontré a las ocho de la mañana haciendo la misma rutina de bote que hacía cuando éramos niños»

«Desde pequeño era muy bueno; de hecho, con 15 años ya estaba en la selección estadounidense. Había la duda de hasta qué punto habría posibilidades de que llegase a la NBA siendo un chico blanco bajito de Oregón, pero su entorno siempre le apoyó mucho. Tiene una mentalidad envidiable», destaca el exjugador lucense.

En diciembre del 2023, Ferreiro, que había mantenido el contacto con Pritchard a distancia, se reencontró con él en Boston nueve años después. El base de los Celtics no había cambiado ni un ápice de su férreo compromiso y ambición, que Ferreiro describe con una anécdota sobre esa semana que compartió con él.

«Eran las ocho de la mañana y empecé a escuchar ruidos de golpes de forma muy seguida. Me levanté y fui al garaje a ver qué pasaba, y ahí me lo encontré. Payton estaba haciendo la misma rutina de bote con la que se preparaba desde que era un niño y que no ha dejado de hacer nunca. Es un loco del baloncesto y está muy seguro de sí mismo, nunca le puede la presión. Esa es su gran baza», explica.

Durante su viaje, el jugador de los Celtics le mostró el Auerbach Center, pabellón de entrenamiento de los bostonianos, y el TD Garden, donde disfrutó de un encuentro del a la postre campeón de la NBA por decimoctava vez: «Además del partido, pude ver el calentamiento, que allí empieza tres horas antes y está mucho más enfocado en rutinas individuales».

En su paso por Galicia, que Pritchard también compartió con su hermano adoptivo Anthony Mathis (actual jugador del Soproni húngaro y con pasado en la liga de desarrollo de la NBA), el base estadounidense se enamoró de Lugo y A Coruña; a su pesar, las únicas ciudades que pudo visitar y a las que promete volver.