París abre la cuenta atrás de un reto colosal

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso PARÍS / E. LA VOZ

DEPORTES

DAVE HUNT | EFE

Francia aguarda sus terceros Juegos con varios desafíos: abrirlos a la «banlieue», lucirlos en el centro con gradas efímeras para avanzar en sostenibilidad y una audaz y colorista apertura en el Sena

23 jul 2024 . Actualizado a las 04:29 h.

¿Quién le pone el cascabel a la disparada factura de los Juegos Olímpicos contemporáneos? ¿En qué momento se frenará la escalada de derroche en gastos excesivos y efímeros, en inversiones de dudosa rentabilidad, en la verdadera sostenibilidad del mayor evento deportivo del mundo? ¿Por qué empezaron a escasear los proyectos solventes de ciudades candidatas? De todas esas preguntas, salió un apaño en la 130.º sesión del COI del 2017. Entonces, el dueño del asunto se encontró un problema para elegir la sede de este verano, que ahora ya está aquí: solo dos ciudades le encantaban para confiarles el gigantesco negocio en el que también se ha convertido el fraternal proyecto que renació en Atenas en 1896, el embrión de los Juegos modernos; mientras que la mayoría de las aspirantes le espantaban. De ahí nació un apaño: la edición del 2024 para París y la del 2028 para Los Ángeles.

Salomón no lo habría hecho mejor: patadón para adelante, y a esperar. Al pacto a tres bandas le salió una feliz candidata posterior, convertida en Brisbane 2032 para evitar ocurrencias con ciudades sospechosas. Aquel lejano 2024 ya está aquí y París, a lomos de la grandeur, quiere reinventar los Juegos, o algo parecido. La ciudad —que ya fue sede en 1900 y 1924— vive la cuenta atrás, entre la pasión y el desencanto, para lograr un triple salto mortal: reducir las inversiones aprovechando sus fabulosas infraestructuras deportivas y concentrar las principales inversiones de calado en la deprimida zona norte; llevar el espectáculo a las calles de la capital, porque no hay postal mejor para vender el producto; y romper los códigos del evento con la ceremonia de apertura y su desfile en el río Sena y su monumental entorno.

Unos 45.000 voluntarios

El reto no es sencillo. Y las incertidumbres se multiplican, en un contexto doblemente complejo: el desapego de los parisinos por los Juegos y la amenaza terrorista. De fondo, un deseo: epatar al mundo, satisfacer a los protagonistas, unos 10.500 deportistas, y aprovechar con eficacia al batallón de ingenuos, solidarios y generosos voluntarios, unas 45.000 personas, imprescindibles e idealistas para una causa que rentabilizan las marcas patrocinadoras.

Una ciudad ya tan colmada de reconocimientos como París no se emocionó con la designación. De hecho, las encuestas confirman la desconfianza de unos vecinos que aprovechan el evento para irse de vacaciones y evitar incomodidades o, al mismo tiempo, realquilar sus casas. Y, además, un acontecimiento tan gigantesco tensiona las costuras de una capital cuya preocupación número uno hace tiempo que es la seguridad.

Por eso, se despliegan ya 35.000 policías y gendarmes —con el refuerzo de equipos de élite de otros países, como la Guardia Civil española— por todos los rincones. En el centro, y de forma visible, varias patrullas en cada esquina, pero no solo. Aquí lo que cuenta no solo es persuadir con las metralletas a pie de calle, sino la seguridad invisible, el trabajo de inteligencia, la colaboración entre estados...

El primer reto, el de las inversiones, se ha abrazado al plan del Gran París Exprés, desarrollar los municipios del extrarradio (conocidos en Francia como banlieue), y comunicarlos entre sí, corrigiendo el modelo radial que depende de la capital para coser los barrios. La villa olímpica se levanta al norte, en Saint-Denis, igual que el complejo acuático que albergará gran parte de las pruebas de natación. Se aprovechan estadios icónicos como el Parque de los Príncipes, Roland Garros y el pabellón multiusos de Bercy.

Gradas que desaparecerán

La candidatura profundiza en el modelo de estadios efímeros, desmontables, que tanteó con acierto la candidatura de los Juegos de Londres 2012 como intento de sostenibilidad y erradicar los elefantes blancos, las inversiones en sedes que caen en el desuso. Estos recintos de quita y pon se levantan desde hace semanas en el centro, ocupando espacios emblemáticos, con una problemática aparejada, y no se concentran en un parque olímpico al uso, donde se aglutinan las sedes, sino que estas se desparraman por París.

Ruptura con la tradición

Y, por último, para trascender y lucirse al mundo en la ceremonia de apertura, el acto de reafirmación se celebra alrededor del Sena. Se rompe uno de los códigos de los Juegos, el desfile y el encendido del pebetero en el estadio. Todo será nuevo.

La competición se adelanta desde mañana en algunos deportes. La llama prenderá el viernes en el Sena. Y el mundo volverá a disfrutar los Juegos, como siempre, como nunca.