Así es Mar Molné: de tirar al plato para ganar jamones y quesos a rozar la medalla olímpica

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

VASSIL DONEV | EFE

Con 22 años, y solo ocho tirando, finalizó cuarta en la final de tiro olímpico de los Juegos de París, con Fátima Gálvez quinta

31 jul 2024 . Actualizado a las 16:15 h.

 Mar Molné Magriña (Tarragona, 2001) ha rozado la medalla en los Juegos Olímpicos de París en tiro olímpico, en la modalidad de foso. La española ha realizado una competición impecable, ya que lideró la fase de clasificación y logró el pase a la final con la mejor puntuación (123 platos alcanzados de 125 posibles). En el desenlace, fue cuarta; con Fátima Gálvez quinta.

Mar siempre presume de ser una chica de pueblo. En concreto, de El Morell, en Tarragona. Su padre es el gran responsable de que se haya convertido en una referencia mundial de su deporte. Con solo 17 años fue campeona europea (2019) y con 19 mundial (2021), en ambos casos en categoría juvenil. Su salto a sénior fue igual de exitoso ya que en el 2023 conquistó dos oros en las pruebas de la Copa del Mundo de Almaty (Kazajistán) y de Rabat (Marruecos). Así que no es ninguna sorpresa comprobar de lo que ha sido capaz de hacer en París.

Su progresión es increíble. De hecho, hasta el 2015 no sabía ni lo que era portar una escopeta. Su padre, amante de la caza, también acudía a ferias a disparar para ganar algunos premios como jamones o quesos. Mar iba con él, así que siempre tuvo muy presente lo que era el deporte de precisión.

Con 14 años, Molné pidió poder disparar por primera vez. Le gustó tanto, que ahí comenzó su andadura deportivas. En España es legal portar arma de fuego desde justo esa edad (14 años), siempre que tengas el permiso de tus padres y la licencia en regla. Así que Mar comenzó ahí a entrenarse con un técnico que le ayudó a depurar su técnica.

Su primer disparo fue contra un árbol. Y su camino se dirigió hacia el tiro olímpico, ya que es una firme defensora de los animales (respeta la caza, pero dice que nunca participado de ella). «Me dan mucha pena», repite siempre que le preguntan en las entrevistas. Ella tiraba al plato por pura pasión, no conocía a las competidoras y creció sin referentes. Su padre empezó a llevarla a las competiciones, le hablaba de las grandes cracs internacionales de su deporte, y le enseñó un mundo totalmente desconocido para ella.

Sin embargo, Mar Molné nunca lo tuvo fácil. Ni en el colegio ni tampoco en la vida cotidiana entendieron que una adolescente pudiera portar una escopeta, aunque fuera solo con fines de competición deportiva. Con un físico que aparentaba ser más pequeña de lo que era, incluso, hasta tuvo problemas para pasar los controles de la guardia civil, por la extrañeza que causaba que ella pudiera portar un arma. Quizás ahora empiecen a reconocerla.