Bob Bowman, el mentor de la leyenda Phelps y su verdugo Marchand

DEPORTES

Bob Bowman, junto a Michael Phelps y Léon Marchand durante el Mundial de Fukuoka 2023
Bob Bowman, junto a Michael Phelps y Léon Marchand durante el Mundial de Fukuoka 2023

El francés busca su cuarto oro de la mano del técnico que dirigió la carrera del astro y al que pidió ayuda hace tres años por correo electrónico

02 ago 2024 . Actualizado a las 16:17 h.

«Hasta hace solo una semana, traté de persuadirlo para que eligiera solo una prueba, los 200 braza o mariposa, y descartara la otra. Nadar las dos fue una cosa suya, tenía mucha confianza. Me decía que esperara a las calificaciones. Luego a las semifinales. Para ser honestos, él sabe más que yo». Al pie de la Defénse Arena, Robert Bowman (Carolina del Sur, 1965) se desempañaba las gafas y movía los brazos de forma irregular, con intención festiva. «Me preguntaba si podría tenerlo lo suficientemente preparado, mental y físicamente, para que pudiera desempeñarse y manejar las expectativas. Lo hizo increíble». Marchand acaba de ganar el oro en braza apenas dos horas después de desbancar a Kristof Milak del reinado de los 200 mariposa. «No sé si he visto nunca nada igual», dijo Bowman al final de esa carrera.

Este idilio nació en el 2021, cuando Léon Marchand, hijo y sobrino de nadadores, tomó la decisión de dejar el club de su ciudad, el Dauphins de Toulouse Olympique Employes, al conquistar en el campeonato francés los títulos de 200 mariposa y 200 estilos, la prueba que puede darle este viernes (20.43, Teledeporte y Max) el cuarto oro olímpico, para matricularse en la Arizona State University.

En un gesto de descaro, Marchand le mandó un correo electrónico a Bowman, el técnico que había llevado a Phelps hasta los 23 oros olímpicos para pedirle ayuda. Quería que lo entrenase. «Recuerdo cuando lo recibí. Lo primero que pensé fue: ¿Marchand? Me sonaba el apellido a su padre y tuve la curiosidad de saber si estaban relacionados», contó Bowman. Indagó en sus cronos, quiso encontrarse con él y aceptó: «Hubo química desde el primer momento». Tras dos años en Arizona, Marchand lo siguió hasta Austin, después de que Bob aceptase dirigir al equipo de natación de la Universidad de Texas. «Me decía que le recordaba a Phelps porque soy capaz de dar mi máximo sin importar las circunstancias. Si no duermo, o tengo un mal día, no me influye en mi rendimiento», contó Marchand. «Me comparaba y al principio pensaba que no me hacía bien, pero luego me di cuenta de que eso realmente me motivaba».

Consciente del talento que tenía entre manos, la Federación Francesa le pidió a Bowman que aceptase ser el entrenador jefe del país. Aceptó. Viajó al frente de su expedición al Mundial de Hungría 2022. Un año después, al de Japón, lo hizo liderando al equipo masculino de Estados Unidos. Allí, en Fukuoka, se cerró el círculo. Marchand acababa de nadar las preliminares de los 400 estilos, el último récord que le quedaba a Phelps. Cuando salió del agua, escuchó que alguien lo llamaba desde la grada. Era Phelps. «Ve a por todas, tío, hazlo», le dijo. Era la primera vez que se veían en persona. «Habíamos hablado por mensajes de instagram». Marchand batió su registro esa noche. «Todavía puedes ir más rápido», le dijo el de Baltimore al felicitarlo. «Todos los récords están destinados a batirse», insistió luego, cuando fue requerido por la prensa.

Mientras Marchand remontaba en la Défense Arena al húngaro Milak, Phelps lo jaleaba en directo, ante el desconcierto de Mike Tirico, reconocido comentarista deportivo de la NBC. Celebró la victoria con un alarido. Léon se abrazó al abuelo Bob, como le llama cariñosamente Phelps. «No basta con lo que yo pudiera darles, tienen que tener algo especial, algo único, soy un afortunado de poder haber estado cerca de los dos mejores», agradeció Bowman. Le preguntaron por el cuarto oro de Marchand y por el riesgo de que acabe sucumbiendo a los mismos problemas que Phelps. «Él aún no lo sabe, pero tendrá que sobrevivir al éxito. Yo sé exactamente lo que viene ahora. Pero, antes, vamos a disfrutarlo. Esto, para mí, es cumplir una promesa que le hice a un chico tres años atrás».