El francés cierra su concurso en los Juegos de París dándole a su país un bronce en 4x100 estilos
05 ago 2024 . Actualizado a las 20:10 h.«Necesito vacaciones», dijo Léon Marchand (Toulouse, 2002), con cuatro oros colgados al cuello, antes de enfundarse en su último reto en estos Juegos de París, el relevo de los 4x100 estilos con el que cerró su participación en la Défense Arena. Marchand nadó la segunda posta, la de braza, y Francia se colgó el bronce, por detrás de China y Estados Unidos.
«Me ha sorprendido mucho su rendimiento. Tiene un potencial increíble. Es tan versátil, que va a ser un referente en la próxima década. No creo que haya nadie que pueda hacerle sombra», admite Pepín Rivera, responsable del equipo de jóvenes y aguas abiertas de la Federación Española. «Yo destacaría de él precisamente eso. La polivalencia que tiene es una locura. Le pongas la especialidad que le pongas, él rinde igual», sostiene el nadador gallego Mario Méndez.
«El 400 estilos es su prueba más fuerte, pero la forma en la que domina la mariposa y la braza es impresionante», destaca Luisa Domínguez, entrenadora del Centro Gallego de Tecnificación Deportiva. «Me ha sorprendido mucho cómo ha competido en braza el mismo día que nadó la mariposa. Con una piscina en condiciones, hubiese batido cuatro récords del mundo. Que un estilista sea capaz de nadar así la braza es algo que se sale de lo normal. Estamos viendo solo el principio», sostiene el técnico Jose Rioseco. «Lo que ha hecho Léon es una barbaridad y tiene mucho margen de mejora», ratifica Rivera.
Todos coinciden en una cosa. El pulso de Marchand con Milak, en la final del 200 mariposa, fue su momento estrella en estos Juegos. «Su último viraje fue una burrada», dice Méndez. «La forma en que reventó al húngaro en los últimos metros es lo más impresionante que ha hecho. A Léon lo vi hace años, cuando era júnior y se entrenaba en Toulouse, y ya me di cuenta de que iba a hacer algo grande. Lleva tres años sin vida, él mismo lo ha dicho, porque con el talento solo no llega», añade Domínguez. «La experiencia que ha tenido su entrenador, Bob Bowman, con Phelps le ha ayudado mucho a gestionar a este chico. Lo más complejo ahora es la gestión del éxito y Bowman lo sabe. Marchand tiene condiciones de sobra para dominar los próximos dos ciclos olímpicos», concluye Rioseco.
La sueca Sjöström se coronó reina de la velocidad
La última jornada en la piscina olímpica fue una sesión vespertina corta, con solo cuatro pruebas, pero vibrante. Cayeron dos récords del mundo, esos que tanto se han extrañado en la Défense Arena. La velada la abrió Sarah Sjöström (Salem, 1993), la imbatible velocista sueca, que ya había nadado las semifinales de los 50 libre con récord olímpico, y que se quedó en la final (23,71) a una décima de su propia plusmarca mundial.
Sjöström, que ya se había colgado el oro en los 100 libre, y cuenta ya en su vitrina con seis medallas olímpicas, regresó a la piscina en el último turno para nadar con Suecia el relevo del 4x100 estilos, una prueba digna como colofón, en la que participaron también la australiana McKeown y la gran revelación femenina de estos Juegos, la canadiense McIntosh. El oro se lo llevaron las estadounidenses. Regan Smith, Lilly King, Gretchen Wals y Torri Huske pararon el cronómetro en 3.49,63, nuevo récord del mundo, superando una plusmarca que databa de 2019. Plata fueron las australianas y bronce las chinas.
Finke bate el récord del mundo de 1.500 libre
Por medio, entre las dos visitas de Sjöström a la piscina, China se llevó el relevo del 4x100 estilos masculino, en el que Estados Unidos fue segundo y la Francia de Marchand tercera, y Bobby Finke llevó la apoteosis a la final del 1.500 libre.
El estadounidense, que ya fuera plata en los 800, revalidó el título de Tokio, por delante del italiano Paltrinieri, que le apretó hasta el final, y del irlandés Daniel Wiffen. Finke tocó la última pared del concurso individual masculino con tiempo de 14.30,67, que supuso rebajar en cuatro décimas el récord del mundo. El anterior, en manos del chino Yang Sun, databa de Londres 2012.