María de Valdés: «Ojalá le ponga la guinda a mi pastel»

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

La malagueña del Liceo competirá este jueves, si el Sena lo permite, en la final de aguas abiertas, a la que llega como subcampeona del mundo

07 ago 2024 . Actualizado a las 16:47 h.

«Con una previsión meteorológica favorable y un análisis prospectivo, World Aquatics y París 2024 siguen confiando en que las pruebas de natación maratón se desarrollen según lo planeado». Esta fue la versión oficial, tras suspenderse ayer el entrenamiento previsto en el Sena, en el que tenía previsto participar María de Valdés Álvarez (Fuengirola, 1998), la malagueña con placa del Liceo coruñés, inscrita para nadar (jueves, 7.30 horas, RTVE Play) los 10 kilómetros en aguas abiertas. De Valdés, con la que conversamos unos días antes de viajar a París, se presenta como subcampeona del mundo, solo por detrás de la neerlandesa Sharon van Rouwendaal, oro olímpico en Río 2016.

—Esa plata en Doha fue el punto y seguido que necesitaba.

—Es que el año había sido muy complicado. Por la lesión que tuve, que me obligó a operarme, y porque falleció mi padre, que era un pilar en mi vida. Me generó mucha incertidumbre, no sabía cómo iba a rendir, si iba a ser capaz de gestionarlo. Con la ayuda de la gente que me rodea y de mi psicóloga salí adelante y esa plata me ha ayudado mucho en un aspecto importante.

—¿En cuál?

—En el de creerme lo que soy. A mí me costaba mucho verme en la élite, aunque entrenara para ello. La medalla me ayudó a ver de lo que soy capaz. Lo necesitaba interiormente para llegar a París con confianza. Lo más importante es que los nervios, que los voy a tener, no me sobrepasen para poder dar lo mejor de mí. He estado mucho tiempo preparándome para ese día, espero saber disfrutarlo.

—¿Qué final espera en París?

—Va a haber muchísima igualdad. Las doce o trece primeras van a estar en la lucha. Con las estadounidenses y las australianas hay que contar siempre. La neerlandesa es otra apuesta segura. Las francesas nadan en casa. Mi objetivo es estar delante, codo con codo, hasta el final. Voy a intentarlo hasta el último suspiro. Esta ha sido mi mejor temporada y ojalá pueda ponerle la guinda a mi pastel. Luego, a ver qué pasa. El resultado es un número, no siempre muestra lo que hay detrás. Me gustaría estar entre las ocho mejores.

—En su caso, como en el de los deportistas que vienen de destacar en mundiales, no sé si las expectativas son un lastre.

—Bufff, es que es muy difícil gestionar eso. Todo el mundo te somete a bastante presión, muchas veces de forma inconsciente. Es inevitable. En su cabeza piensan que como ya has ganado la plata, ahora irás a por el oro. Que todo lo que no sea una medalla estará mal. Y tú sabes que el deporte no funciona así. Yo sé que igual que fui segunda en el Mundial, pude acabar cuarta o séptima, porque estuvo todo muy reñido. Llevo un recorrido muy grande, de ocho, diez años en la élite, todas tenemos baches, y llegar hasta aquí ya es muy complicado, está al alcance de muy pocas. Hay muchas compañeras que se han quedado a las puertas y todas queremos luchar por las medallas. Sería un sueño, claro. Y lo voy a intentar. Pero son mis primeros Juegos y hay que darse un baño de realidad de vez en cuando.

—¿Qué fórmula busca para concentrarse antes de una prueba importante como esta?

—Me aíslo bastante. Veo las redes sociales lo mínimo, no me gusta ni escribir guasaps. Me viene bien airearme, pasear. Echo de menos poder entrenarme un poco más al aire libre. De pequeña, no me gustaba nada la lectura. Ahora me va bien para evadirme. Estoy con un libro que se llama «Si crees en los sueños, ellos se crearán» (Albert Espinosa). Y me pongo mis casquitos. La música es otra forma de escaparme.

—¿Qué suele escuchar?

—Depende de cómo me haya ido. Durante las competiciones, reguetón para motivarme. Después de entrenarme, prefiero algo más tranquilo. Melendi o El Canto del Loco, por ejemplo. A Dani Martín lo vi en concierto en A Coruña.

—Ahora que habla de A Coruña. ¿Por qué le llevó su historia allí?

—Este deporte estaba ya en mi familia. Mi tío fue nadador, a mi padre también le gustaba. Apuntaron a mi hermana mayor a la piscina y ya sabes cómo son estas cosas. Donde va una, van las dos. A mí ni me preguntaron. Me enganché y me metí en el club de Fuengirola. Cuando estaba allí, Jesús (De la Fuente, su técnico en el Liceo) llamó al que era mi entrenador para ofrecernos una beca a los dos. Lo hablamos y aceptamos. Quería probar la experiencia. Al segundo año en A Coruña, mi entrenador tuvo un problema personal y se marchó. Yo hablé con Jesús y me quedé con él. Hace casi ocho años. Nunca me arrepentiré, he aprendido mucho allí. No solo a nivel profesional, también personal.