Miguel Méndez, el infalible señor de los títulos a la conquista de los Juegos de París

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Evelyn Hockstein | REUTERS

El entrenador vigués, que lo ganó todo a nivel de clubes, rescató a la selección femenina de baloncesto en su peor momento y hoy busca en París llevarla a semifinales

06 ago 2024 . Actualizado a las 23:27 h.

Cuando Miguel Martínez Méndez (Vigo, 1967) tomó el mando en septiembre del 2021, la selección había tocado fondo en lo deportivo al quedarse fuera del Mundial y vivía una guerra civil con ataques directos hacia el exseleccionador Lucas Mondelo. En semejante clima, Jorge Garbajosa, entonces presidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB), apostó sobre seguro y le encargó la reconstrucción al técnico más laureado del baloncesto femenino español. El resultado fue un subcampeonato de Europa, un billete en el Preolímpico y un cruce hacia la ilusión en los JuegosOlímpicos de París 2024, porque España afronta esta sobremesa de miércoles (14.30 horas, La 1 y Eurosport) la ronda de cuartos ante Bélgica, su verdugo en la final continental.

Miguel Méndez es el señor de los títulos, con mayúsculas. Lo fue en sus comienzos en el Celta, ganando una liga y una Copa y poniendo los cimientos para hacer de la escuadra celeste una de las grandes canteras (Alba Torres, Laura Nicholls, Tamara Abalde... y, más tarde, María Araújo y Raquel Carrera) y cuando los problemas económicos tocaron a la puerta en Vigo, hizo las maletas y se fue a un equipo sin historia como el Rivas madrileño para darle una Copa y una final four. Ahí entró en el radar de los grandes de Europa, pasó por Italia para ganar todos los torneos domésticos por partida triple con el Schio y, acto seguido, llegó a su vida el mejor equipo del mundo FIBA, el Ekaterimburgo ruso, con el que ganó tres Euroligas y una colección de ligas y copas en Rusia.

Allí vivía solo pero en permanente contacto con Vigo, su lugar en el mundo, cuando Garbajosa le llamó para apagar el incendio y Méndez, que no se cansa de repetir que la selección «es lo máximo», aceptó el convite con la única condición de poder compatibilizar los dos banquillos, un problema menor teniendo en cuenta su capacidad de trabajo, su profundo conocimiento del baloncesto (de equipos y jugadoras) y también su audacia y atrevimiento, dos características que le han acompañado a lo largo de su carrera. Además, aunque sea un hombre de ideas fijas y convicciones profundas, también cuenta con un talante dialogante que entonces era esencial.

«Uno de los motivos por los que acepté la selección fueron los Juegos. Estamos muy motivados por llegar más lejos»

La dualidad duró muy poco. El tiempo que Putin tardó en lanzar la primera bomba sobre Ucrania. «No tocaba vivir en un país en guerra y pensar en bloqueos directos», dijo de vuelta. Era el mes de marzo del 2022, el año del Mundial que España vio por la tele como envenenada herencia del pasado.

Desde entonces, y pese a vivir una época de cambios y un paulatino relevo generacional, la selección ha recuperado todo su esplendor de la mano de Miguel Méndez. Sin estrellas ni grandes referencias anotadoras, pero con un juego coral basado en una colección de sistemas defensivos y con la convicción de que ningún partido está perdido. Por eso hicieron una remontada imposible ante China, salvaron los muebles con Puerto Rico, vencieron a Serbia y ahora van directas a la yugular de Bélgica. Sin presión, porque el objetivo era jugar en París el cruce de cuartos de final.