Del duelo entre Rominger y Zulle en el 93 a la gran fiesta del 2024
28 ago 2024 . Actualizado a las 19:56 h.El día amaneció brumoso en Padrón para recibir a la Vuelta a España. Pero no tardó en coger brillo y luz para abrazar por tercera vez el espectáculo que envuelve la ronda ciclista. Porque la capital del Sar es cuna de ciclismo. No hay más que ver al Club Padronés Cortizo, camino de cumplir 70 años (le faltan dos). O recordar las anteriores etapas de la ronda en la villa de Rosalía.
Los aficionados más veteranos recuerdan un domingo lluvioso del 1993 y el duelo de dos suizos, Rominger y Zulle, por el entonces maillot amarillo. Fueron 44 kilómetros, hasta el Monte do Gozo. Zulle ganó la etapa, pero Rominger ató el primer puesto en la general, con solo 29 segundos de renta.
La siguiente cita, también contrarreloj, algo más corta, remite al 2021. Era la vigésimo primera etapa y ahí ya brillaba Primoz Roglic, amenazado por Enric Mas. El esloveno dejó sus sello.
Esta vez la cita con el pelotón llegó en mitad de la gran ronda. No era un día festivo, pero si de fiesta, y muy grande, alrededor del Campus Tecnológico de Cortizo, punto de salida, paso intermedio en dos ocasiones y de meta para el pelotón.
Expectación creciente
Desde media mañana la expectación y el bullicio fueron creciendo en progresión geométrica. No era para menos. Con 7.000 invitaciones retiradas, el campus y su entorno se convirtieron en un hormiguero de personas, desde familias enteras (muchos niños) a grupos de jóvenes y aficionados al ciclismo de numerosos puntos de procedencia, además de vecinos de la comarca y clientes de la empresa, muchos de ellos internacionales. También se pudo ver a mucho aficionado en bicicleta.
La sobria presentación de los equipos, en la que el excorredor Purito Rodríguez reconoció que es complicado que una etapa tenga la partida y la llegada en el mismo punto (como fue el caso de esta etapa), junto con la salida y, sobre todo, la llegada de los primeros corredores fueron de los momentos que más atención recibieron. A partir de ahí, cinco pantallas gigantes instaladas en el recinto permitieron seguir la carrera al milímetro, con mayor fervor cada vez que el pelotón pasaba por delante del Campus Tecnológico.
Para hacer frente al calor intenso, que provocó algún mareo, los asistentes buscaron la sombra en las carpas instaladas, en las que también compartieron comida gracias a las invitaciones retiradas. A mayores, las zonas de ocio y esparcimiento también fueron puntos buscados, en especial las áreas para los niños.
Padrón fue punto de salida y llegada. Pero, por el camino, el pelotón también pudo comprobar que la afición gallega se está volcando en todos los rincones por los que pasan los deportistas. No hay más que ver la imagen de Noia, con los seguidores agolpados a ambos lados de la carretera, en la acera y sobre el muro de la ría. Previamente, al paso por Rianxo, también hubo una notable aglomeración de público, a orillas del mar.
Los días anteriores a la carrera, en el entorno del Campus Tecnológico de Cortizo se podía adivinar la envergadura del evento que supondría albergar en su totalidad una etapa de la Vuelta, pero hasta hoy muchos no fueron conscientes del reto que supuso organizar todas las actividades para que los invitados y aficionados pudiesen seguir la etapa en directo, de principio a fin y en un ambiente festivo. Más de uno reconoció que pidió el día en la empresa para no perderse la experiencia. Con el calor gallego, con miles de aficionados entregados y con el evento social paralelo, el del miércoles fue un día inolvidable para Padrón y, además, de la mano de su deporte por excelencia: el ciclismo.