El anunciado regreso de Ana Peleteiro a Galicia, tras su fructífera estancia de ocho años en Guadalajara, en la que estuvo dirigida por un técnico de acreditada solvencia, Iván Pedroso, genera un apasionante debate sobre el futuro deportivo de la ribeirense.
Retorna con 28 años, tras haber cosechado sus mayores éxitos en el triple salto, disciplina en la que se fusionan altos grados de velocidad de carrera con los máximos niveles de fuerza explosiva, integrados en un patrón técnico con grandes exigencias coordinativas.
Y lo hace desde la perspectiva de la fisiología del ejercicio y longevidad deportiva, con grandes opciones de seguir prolongando y mejorando su máximo rendimiento atlético. Por ejemplo, superar la barrera de los 15 metros.
Supone una buena noticia para el deporte gallego que Ana regrese a casa. A nivel personal, la cercanía de su familia y el reencuentro con el entorno de su niñez y juventud juegan a su favor.
Además, las inversiones en infraestructuras atléticas realizadas en Galicia en los últimos años mejoran sustancialmente las condiciones de entrenamiento que tenía en su etapa anterior. Entre ellas, una magnífica pista cubierta en Ourense y un reciente módulo cubierto de atletismo de Ribeira con un coste total de 2.743.000 euros que, junto a la pista municipal de aire libre, superan a las existentes en Guadalajara.
En su contra, dos aspectos relevantes: el no tener al cubano Iván Pedroso en el día a día y el no disfrutar de un grupo de saltadoras de alto nivel con el que compartía los entrenamientos y se esmeraba en cada sesión.
Pero Ana es una mujer de retos. Los aprendizajes deportivos que ha tenido no los va a olvidar. Su mayor desafío será generar el entorno necesario para conciliar su condición de madre, cónyuge y empresaria con las altas exigencias que implica querer mantenerse en la élite mundial. Bienvenida a casa.