Comenzó de funcionario municipal en Ribadumia, alcanzó relevancia política y llevó al fútbol gallego a su época dorada, doblando las licencias en diez años
16 dic 2024 . Actualizado a las 16:01 h.Rafael Louzán nunca lo tuvo fácil. Nacido en Ribadumia, el 21 de noviembre de 1967, padeció la mayor pena que puede pagar un ser humano: la pérdida de un hijo. «Tenía 9 años y le atropelló un coche delante de nuestra casa en Ribadumia. Fue un dolor tremendo. Su recuerdo es imborrable», explicaba en una entrevista en El País en el año 2008.
Con 28 años, comenzó a trabajar como funcionario en el concello de su pueblo, poco después ya era concejal, teniente de alcalde y diputado provincial por la comarca de Salnés, para acabar siendo presidente del Partido Popular en Pontevedra (del 2000 al 2015) y de la Diputación (2003 y 2015). De la nada al todo en menos de un lustro, con «la calle» como su gran bandera. Pero incluso en esos inicios no perdió nunca de vista el balón, una de sus grandes pasiones desde chaval.
Durante su etapa en la Diputación, fue determinante para remodelar una gran cantidad de campos de fútbol. La entonces novedosa hierba artificial permitía que los clubes multiplicasen su uso y eso, a su vez, favoreció la multiplicación de categorías de base. Precisamente, «por una cuestión de interpretación», como él defiende, en las obras de reforma del campo de Moraña, le conllevó una condena de siete años de inhabilitación para ejercer cargos públicos por un delito de prevaricación al conceder a una empresa una subvención de 86.311 euros «obras que ya estaban, en su mayor parte, ejecutadas», según el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. La sentencia no es firme y el propio Tribunal Supremo admitió su recurso de casación, cuya resolución se conocerá a partir del 5 de febrero. Él defiende y confía en su inocencia.
Hace ahora justo diez años, el 19 de diciembre del 2014, fue elegido presidente de la Real Federación Gallega de Fútbol. Y su gestión no ha podido ser más apabullante, hasta el punto de que no ha encontrado opositor en ninguno de los procesos electorales siguientes. Y, si lo hay, apenas se manifiesta. El apoyo del fútbol gallego es casi unánime.
El legado de Louzán
Le ganó la partida a José García Liñares en aquel invierno del 2014. Con el exalcalde de Cerceda ya se había comenzado a modernizar una Federación Gallega, en cuya sede central en la calle Menéndez Pelayo, de A Coruña, costaba hasta entrar. Miles de papeles y de archivadores tras el mostrador principal y apenas manejo de la informática.
Tras una década de gestión de Louzán, el panorama es irreconocible. Hasta el nombre es diferente. La Federación Gallega recibió el título de Real en el año 2020 y ha pasado a estar descentralizada. Todas las sedes fueron modernizadas y el papel ya es historia. Todas las fichas se hacen a través del teléfono móvil y las actas de los partidos pueden consultarse prácticamente en tiempo real. Incluso, en las últimas semanas se ha puesto en marcha una iniciativa para retransmitir encuentros de categorías modestas, utilizando la inteligencia artificial.
En el resto de España han quedado alucinados por la multiplicación de licencias llevadas a cabo en la RFGF desde la llegada de Louzán. En la campaña 2014-15, la de su aterrizaje, Galicia contaba con 61.729. En el 2023 se superó por primera vez la barrera de las cien mil y, en la actualidad, se rebasaron las 115.000. Casi el doble. Y eso que entre medias tuvo que superar una pandemia mundial que paralizó el fútbol durante casi un año; y también un accidente que llevó a Louzán a estar en observación en un centro hospitalario. Amante también de la bicicleta, sufrió una dura caída cerca de su domicilio, en Ribadumia, en el 2017, que le produjo un importante golpe en el rostro.
En su haber quedará la unificación y la pacificación del fútbol sala y del fútbol veterano, ya integrados plenamente en la RFGF tras décadas de litigios; y el desarrollo del fútbol gaélico y, sobre todo, del fútbol femenino. La propia RFEF destacó este año que Galicia fue la comunidad en donde más aumentaron las licencias de mujeres en la última década (345 %). Para ello, bajo su gestión, reestructuró las ligas, fomentó la creación de secciones femeninas en clubes que eran, hasta hace poco, exclusivamente masculinos, y desarrolló competiciones de base inéditas desde alevines a cadetes.
Louzán marcó un antes y un después en el fútbol gallego, con una gestión que ahora pretende trasladar al español. Con diálogo entre instituciones y, sobre todo, paz. Desde la calle. Como siempre hizo.