
El vacío que dejó Diogo Jota se alivió un poco en Preston, donde el Liverpool disputó ayer un amistoso contra el equipo local. Los homenajes en memoria del jugador red y su hermano, futbolista del Penafiel portugués, se han repetido desde que el pasado día 3 ambos perecieron en un trágico accidente de tráfico en la autovía A-52, tan conocida por los gallegos, a su paso por la provincia de Zamora. Los aledaños de la famosa verja de Anfield llevan desde entonces repletos de flores, mensajes, fotografías y hasta peluches que recuerdan el legado del jugador de la eterna sonrisa, al que compañeros y adversarios todavía no han parado de llorar. Pero ningún aplauso como el que acaban de brindarle.
«Era un campeón en todo», señaló su entrenador, el neerlandés Arne Slot, antes del partido. La grada se pobló de bufandas, banderas y carteles que volvieron a manifestar el legado del ya eterno dorsal 20 del Liverpool, que en sus últimos días se había coronado campeón de la Premier inglesa con su club y de la Liga de Naciones junto a su selección, y también se casó. «¿Qué es apropiado en nuestras acciones? ¿Qué es apropiado o qué tenemos que decir? ¿Podemos volver a entrenar? ¿Podemos volver a reír? ¿Podemos enfadarnos si hay una decisión equivocada?», reflexionó el técnico sobre su propio estado de ánimo y el de sus jugadores.
Y añadió: «Les he dicho que quizá lo mejor que podemos hacer es manejar esta situación como lo hacía Jota. Siempre era él mismo, no importaba si hablaba conmigo, con sus compañeros de equipo, con el personal, siempre era él mismo. Así que intentemos ser nosotros mismos también». A lo largo de la temporada que viene la admiración continuará y los tributos se repetirán, así que el malogrado futbolista no habrá dejado de estar nunca al lado de un balón que todavía no se ha repuesto del susto de su ausencia.