La exposición de García Rodero en el CGAC de Santiago activa el protagonismo de la Feira do Cocido y su «sambódromo»
28 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Levantar la alicaída Feira do Cocido a golpe de cadera. Un milagro obrado a finales de los años 80 con la presencia de garotas en el desfile de Entroido por el «sambódromo» de Lalín. Mujeres escuetas de ropa en plena invernía que revitalizaron la cita gastronómica con un despliegue mediático sin precedentes. Si en el 2008 se recuperó la presencia de una escuela de samba para conmemorar las cuatro décadas del Cocido, tras su desaparición en 1994, su protagonismo revive estos días con la exposición abierta por la prestigiosa fotógrafa Cristina García Rodero en el Centro Galego da Arte Contemporánea (CGAC) de Santiago de Compostela.
Con Galicia como referente en el objetivo de García Rodero, en un encargo del Xacobeo, en Transtempo nos encontramos con una serie de imágenes en torno a la Feira do Cocido y las garotas. Cinco instantáneas impactantes de 1993, en el blanco y negro al que saca color y vida la fotógrafa de la agencia Magnum. Material al que más de tres lustros de vida no resta un ápice de actualidad. Fotografías con fundamento, como diría uno de los pregoneros de la feria, Karlos Arguiñano. Mujeres convertidas en diosas sin otro culto que el de la carne, con las que los más osados buscaban un roce más o o menos lúbrico, aderezadas en su mayestática altura con el brillo de las lentejuelas espejando sobre su piel morena. Miradas pícaras, sonrisas con caries y candidez infantil, alzados los ojos hacia arriba. Felicidad en estado puro al margen de la movida madrileña de finales de los ochenta o principios de los noventa. Todo eso y mucho más subyace sobre el papel fotográfico.
Las garotas significaron y significan un antes y un después en la Feira do Cocido. Pocos lalinenses con algunas décadas a sus espaldas se sustraen a valorar la presencia de las cariocas por las calles. No faltan ni detractores ni defensores, como casi todo en esta vida. Del exotismo al machismo, de la belleza física a la explotación de la mujer. Los calificativos resultan variados. Ahora queda esperar el devenir de los tiempos y si, con motivo de las bodas de oro de la Fiesta de Interés Turístico Nacional, la capital dezana se transforma de nuevo en un «sambódromo». Mientras, tenemos la oportunidad de oro de revivir esa época filtrada por la mirada de García Rodero.