«A raíz de cualquier crisis la gente tiene más tendencia a reparar cosas»

Amelia Ferreiroa LALÍN / LA VOZ

DEZA

Rocío Ramos

Prendas nuevas adquiridas por internet y vestimenta con deterioro llegan al local

18 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Le gusta su trabajo y así lo transmite a lo largo de esta conversación. Nidia Rodríguez Romero conoció Lalín en el año 2009, se marchó posteriormente a Compostela, pero regresó a la capital comarcal en 2013, y aquí se asentó para darle forma a un proyecto que ya tenía en mente en su Venezuela natal: una tienda de arreglos.

—¿Acertó de lleno en su apuesta de poner en marcha una tienda de arreglos?

—Pienso que si. Estudié modista y modelismo, trabajé en varias fábricas de ropa en mi país y mi ilusión era tener una tienda de arreglos ya en mi país, pero me vine por la situación que había allí. Abrí un bar, fui camarera, pero finalmente Marina Ferreiro me comentó la posibilidad de abrir este local, y aquí sigo. Pude darle forma a un proyecto que ya tenía, y me siento feliz de haberlo hecho.

—¿Y que la trajo en concreto a Lalín, contaba con algún familiar que fuese de la comarca dezana?

—Pues no. Mi padre es canario (ríe). No tengo familia en la zona pero conocí Lalín en el año 2009 y me gustó el pueblo; y de hecho abrí un bar en la calle Pintor Laxeiro. Posteriormente me marché a Santiago a trabajar, pero regresé en el año 2013 y cuatro años después nació Máis que arranxos, este proyecto que es extraordinario.

—Emprender no es siempre fácil. Tenemos en el recuerdo una pandemia reciente, muy complicada, y que se cobró muchas vidas.

—Es cierto pero creo que a raíz de las crisis la gente tiene más tendencia a reparar cosas. Existe una tendencia generalizada en conservar más las prendas. Es cierto que contamos con una confección muy efímera, la que es de una única temporada, pero también en los armarios existen prendas buenas, de calidad y que se pueden usar mucho tiempo. A lo mejor es preciso hacerles algún ajuste, pero se suelen guardar y son objeto de uso.

—¿Qué tipo de artículos llegan a su local para ser arreglados?

—Por un lado están las prendas totalmente nuevas. Esas que fueron adquiridas por internet, que por lo tanto no fueron probadas antes de su compra, y precisan de algún ajuste. Normalmente el cliente prefiere que se la arregle yo antes de tener que devolverla y esperar que se la devuelvan. De esta manera van ahorrar tiempo. Por otro lado están los artículos habituales de arreglos: pantalones, vestidos, chaquetas, cazadoras y un largo etcétera.

—¿La demanda de este tipo de trabajos está en auge?

—Clarísimamente. Tenemos una elevada demanda ya que hay pocos establecimientos que se dediquen a esto, y las peticiones crecen. Pasa con los arreglos, pero ocurre con otras muchas profesiones y profesionales que prácticamente ya no quedan. Es una pena! Pensemos que el reciclaje está en auge, y antes de tirar un determinado artículo se intenta darle una segunda vida. Con la ropa pasa lo mismo, se procura una segunda oportunidad para las prendas de vestir. Luego están aquellos artículos que proceden de herencias muy especiales, de abuelas o madres, que no queremos tirar y la opción pasa por entallar, subir largos...

—¿Cúales son los arreglos más comunes que le piden?

—Sin duda los bajos de pantalones, el cambio de cremalleras y zurcir vaqueros se llevan la palma de lo más solicitado (ríe). Después hago un poco de todo, desde costuras que están endebles y prendas mal rematadas que me traen para reforzarlas hasta modificar una determinada prenda.

—¿Y cómo lleva estas temperaturas gélidas de invierno?

—(Ríe). No me imaginé que viviría aquí, pero como le dije a mi padre: «Cambio la inseguridad de mi país por el frío de Galicia».

«Zurcí las puntas de unos zapatos de caballero, por recomendación de un zapatero»

Nidia le echa horas a su trabajo; no sabría decir con exactitud cuántas, pero para rentabilizar mejor el tiempo solamente atiende a la clientela en horario de mañana y dedica las tardes a coser, rematar y zurcir. «Antes abría todo el día pero perdía tiempo al levantarme cada dos por tres para atender a los clientes que llegaban. Ahora las tardes las dedico a arreglar las prendas», explica. Entre los muchos encargos recogidos por Nidia en los últimos años, algunos no dejan de ser de lo más curiosos. Cuenta que en una ocasión, y a instancias de un zapatero de la zona, «vinieron a pedirme que zurciese las puntas de unos zapatos de caballero. Creo que fue lo más raro que me encomendaron hasta la fecha», comenta sonriendo.

Insiste en que cualquier prenda puede transformarse, y abrirle paso así a una nueva opción. «Siempre se busca una solución, una manera de hacerle una cirugía, incluso si se trata de un tejido que sufrió una quemadura. Lo mejor de este trabajo es que no existe la rutina, incluso si se trata de cambiar una simple cremallera. El color es diferente, el tejido también, la prenda... Lo que hay que ser es muy minuciosos a la hora de encarar el trabajo», insiste.

Transformar prendas es la gran pasión de esta modista, que sueña con poder dedicarse en un futuro, y en exclusiva, a modificarlas. «Cambiar totalmente un abrigo, una falda... ahí está el gran reto. Poder sacar una nueva prenda, eso es muy hermoso, y no estar siempre con las cremalleras y los bajos; que también hay que hacerlos claro. Pero nunca trabajé, por ejemplo; en las prendas con pelo ni la piel en mi país, por razones más que obvias ya que allí no se usan, y enfrentarme a ello aquí fue un reto. Y la verdad es que me gustan los retos», afirma con una risa.