
El artista estradense Iago Fernández propone un menú conceptual con historias impresas en platos
11 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando Iago Fernández Díaz (A Estrada, 1994) tenía cinco años ya tenía claro que quería ser artista. Iba a clases de pintura y a menudo se entretenía en casa con lápices o ceras. Un día que estaba dibujando, su madre le preguntó si de mayor iba a querer ser pintor. Sus profesores le habían dicho que tenía talento. Él le contestó tajante: «Pintor non, artista».
Quizás aquella respuesta infantil fue una intuición, porque después de pasar por la facultad de Bellas Artes y por un Máster de creación e investigación en arte contemporáneo, Iago se ha convertido en un artista conceptual de los pies a la cabeza. «A pintura e o debuxo estrésanme. Teñen demasiadas normas. Na arte conceptual síntome máis libre e cómodo», comenta. «Chegar a onde estou foi un proceso de descubrimento. Fun coñecendo novas técnicas e autores que me cambiaron a mentalidade totalmente, como Félix González-Torres ou Christian Boltanski, que para min son dous grandes referentes. Así fun abrindo un camiño que descoñecía e estou moi contento de ter chegado a onde cheguei, que é onde sempre quixen estar», cuenta satisfecho.
En el año 2022 Iago Fernández ganó el premio Xuventude Crea de Artes Plásticas con la obra Comerse o mundo. Consistía en una instalación integrada por dos platos, una servilleta, un tenedor y una lámpara. No eran unos platos cualquiera. En ellos estaban estampadas dos cartas del tarot: una con un sol con una foto de su abuela —una mujer muy positiva y una cocinera estupenda con la capacidad de reunir en su entorno a toda la familia— y otra con una luna con la foto de su abuelo —representando lo desconocido, ya que el autor nunca llegó a conocerlo—. «Era unha homenaxe a eles a á súa historia. Gústame imaxinar que están nalgún sitio reuníndose de novo e ceando xuntos», comenta.
Aquella no fue la única vez que Iago Fernández convirtió una vajilla en arte conceptual. De hecho, las vajillas se han convertido en una de sus más icónicas formas de expresión. «Busco narrar historias a través de vaixelas e afondar na idea de que nos alimentamos das vivencias e experiencias doutras persoas», explica.
El artista trabaja siempre con vajillas que ya tienen una historia propia. Suelen ser piezas antiguas francesas o inglesas que compra en mercados de segunda mano y a las que da un segundo significado con la impresión de distintos tipos de imágenes. Muchas veces son fotos antiguas. «Gústame investigar sobre a memoria. A ausencia de presencia. O paso do tempo», dice. A veces recurre a los álbumes familiares y otras veces a fotografías anónimas que encuentra en Internet o en los mercadillos de antigüedades y que de alguna manera tocan su alma. «Investigo sobre o rastro que deixamos como seres humanos. O que queda de nós cando xa non estamos aquí», cuenta.
Otras veces, lo que estampa en las vajillas son bordados realizados por él mismo. «O bordado é unha técnica moi feminina. Eu sempre tiven carácter e compromiso feminino e iso, nunha época da miña vida, tróuxome problemas, burlas, rabia... Hoxe reivindico o bordado como un medio de conexión con esa parte feminina», explica.
Más allá de lo heteronormativo
Las vajillas que cuentan historias han sido las protagonistas de la exposición Molly House, en la Galería Tía Pili de A Coruña. Curiosas fotos de los años 20 invitando a imaginar vidas más allá de lo heteronormativo impresas en platos huérfanos lograron el aplauso de la crítica y del público. La colección se vendió al completo.
Pese a ello, Iago Fernández no puede permitirse todavía vivir del arte. Trabaja en una sombrerería coruñesa —un oficio muy oportuno para un joven que lleva luciéndolos desde siempre— y compagina la jornada con la creación artística y la preparación de una nueva exposición que, si todo va bien, podrá visitarse a finales del verano. Será una muestra más introspectiva por la que desfilan algunos referentes con los que el autor ha ido creciendo y construyendo su propia identidad.
«Vivir só da arte é moi complexo. Eu fago o que me gusta e o que sinto e, se ten repercusión, estupendo. Non me gusta o mercado da arte tal como é hoxe en día. Para min a arte debería ser sempre algo sentido, non deseñado a propósito para buscar cabida nunha galería», dice reivindicando la verdad y la honestidad artística.