El pintor de Lalín participa en una muestra de homenaje a Miguel de Molinos
15 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Si hace menos de un mes concluía su exposición individual en la galería F2 de Madrid, con una gran acogida de crítica y público, obras del pintor Álvaro Negro (Lalín, 1973) se exhiben desde el pasado día 7 de noviembre en el Museo de Teruel. Participa en una exposición colectiva bautizada El baluarte de la nada, con la que se rinde homenaje a Miguel de Molinos, un célebre místico turolense del siglo XVII.
En esta muestra, que podrá visitarse hasta el día 18 de enero, se incluyen creaciones de artistas españoles contemporáneos de trayectorias ya consolidadas. Además de Álvaro Negro están Ricardo Calero, Jacobo Castellano, Inma Femenía, Charo Pradas y Fernando Sinaga, además de Susana Talayero, comisariada por Alejandro J,. Ratia. Su elección y la propia obra expuesta busca reflexionar sobre lo espiritual en el arte, con escultura, pintura e instalación como soporte.
Como destacan desde el propio museo en la presentación de la muestra, «las pinturas recientes de Álvaro Negro pueden considerarse como iconos de la santa Nada». Rememoran su etapa creativa surgida hace unos años tras su estancia como becado de la Real Academia de España en Roma, cuando comienza a utilizar marcos antiguos italianos, primordialmente de los siglos XVI y XVII, como continente de pinturas repletas de veladuras, de tonalidades oscuras pero vibrantes. «Gracias a esas enmarcaciones y a su pintura, que es austera en apariencia, pero rica en matices, en el vacío recibe el tratamiento que merece lo sagrado», consideran los promotores de esta exposición apoyada por la Fundación Ibercaja.
Además se editó un catálogo donde se pueden ver incluso más obras de Álvaro Negro de las que finalmente cuelgan en las paredes del museo. Acrílicos sobre lino junto a grafitos sobre arpillera imprimada, así como otra obra donde también emplea el microcemento y el yeso sobre lino montado en tabla, en varios casos con enmarcaciones antiguas, conforman la presencia del pintor lalinense en Teruel. En la publicación aparece una frase que define su visión de qué supone para él la pintura: «Es una cuestión de aparición, encuentro, sensación y percepción; en definitiva, un umbral (paradójicamente) invisible; y digo esto porque siendo el cuadro un objeto físico tan concreto —pensado para ser contemplado—, contiene en él la posibilidad de trascender dicha condición para ser otra cosa sin dejar de ser en sí mismo, es decir, cambiar-transformar el espacio en el que se instala y, con él, a su morador».
En sus obras destaca el tratamiento exquisito del lienzo a través de técnicas diversas, donde puede acercarse «a la aniquilación o la gloria, con la aparición a veces de una forma enigmática».