Maite Gómez ofrece además de habitaciones una filosofía de vida sin prisas
01 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Se llama Maite Gómez Vicario (Madrid, 1969) y a mediados del próximo mes de enero convertirá la pequeña aldea de Loureiro, en la parroquia de Dúas Igrexas (Forcarei), en epicentro de un nuevo proyecto de coliving rural.
No será un simple alquiler de habitaciones, sino una iniciativa de convivencia pensada para las personas que quieren escapar de la dictadura de las prisas y reconectar con los ciclos de la naturaleza. «Quiero que sea un espacio autosuficiente y soberano de producción de alimentos y acogida de personas», explica la promotora.
Maite Gómez nació en Madrid y vivió también en Toledo, Cáceres, Galicia o México. No se siente de ningún lugar en concreto. «Del planeta Tierra», dice cuando alguien le pregunta de dónde es. Sin embargo, con Forcarei ha conectado de una forma especial. Hasta allí la llevó el azar. O el destino. Tras regresar de una experiencia intensa en México, Maite, buscando su lugar, recaló en la provincia de Ourense. «Galicia me atrapó, pero algo no me resonaba. Entonces me encontré un artículo que decía que los terrenos más baratos de Galicia estaban en Forcarei», explica.
Entonces Maite ya tenía claro que quería vivir su vida en comunidad y sin prisas. Solo le faltaba un espacio físico para desarrollar su proyecto y aquel artículo fue como una señal. «Todo salió rodado. En octubre del 2023 me puse a buscar un espacio en Forcarei y en mayo del 2024 estaba firmando la compra de la casa de Loureiro», explica. «Es curioso porque Laurel era el nombre de una casa en la que yo compartí unos días como huésped, experimentando lo que yo tenía en mente construir. Esta sociedad va tan rápido que nos ha desnaturalizado. Creo que hay que volver al colectivo, recuperar los valores ancestrales, recogerse y conectar con los ritmos de la naturaleza. Ahora yo voy a hacer lo mismo en Loureiro», comenta. «Es algo que tengo en el corazón desde que nací. Ese sentir de servir a la comunidad estuvo siempre ahí como una semilla bruta. Al volver de México me decidí a impulsar la materialización de esa comunidad escuela de conciencia, aunque prefiero llamarle coliving, que es un concepto que descubrí hace un par de meses y que la gente entiende mejor, porque la gente huye de las palabras que no conoce», explica.
El proyecto de Maite Gómez en Forcarei lleva por nombre Fogar Ceibe y arrancará en enero. La parte más materialista del asunto se traduce en el alquiler de habitaciones con derecho al uso de los espacios comunes. En principio serán solo dos: una con baño propio y otra con baño compartido. No obstante, si la iniciativa tiene buena acogida la promotora tiene previsto ampliar dormitorios, restaurando una casa situada enfrente a la que ya está en uso.
La propiedad ofrece muchas otras posibilidades. Si todo va bien, a Maite le gustaría acondicionar la palleira contigua para celebrar actividades y retiros, creando en la parte superior un dormitorio compartido para los participantes. La promotora tiene también la ilusión de poder adquirir más terrenos para construir cabañas de barro con técnicas de bioconstrucción, aprovechando el tirón que el Camino de Santiago empieza a tener en la zona. «También me gustaría comprar un trozo de terreno para crear un temazcal o ‘casa de sudor'. Tuve la oportunidad de conocer sus beneficios conviviendo con los indígenas. Permite hacer un trabajo espiritual, de sanación y de empoderamiento en el vientre de la madre tierra. Se usa con fines terapéuticos y rituales. Sales renacida», explica.
El lema del Fogar Ceibe es «la libertad de ser». La casa quiere ser eso, un espacio de comunidad y libertad. Según explica la promotora, el sistema de coliving que propone es ideal para los nómadas informáticos, «la gente que teletrabaja pero prefiere hacerlo en espacios rurales y compartiendo experiencias nuevas y empapándose de otras culturas».
Risa para superar la adversidad
Maite le dará además al coliving un valor añadido programando actividades que aprovechen el potencial del entorno y beban de la tradición. Además , la promotora ya tiene en marcha en la zona un programa de actividades denominado Adiós al estrés jugando, que abarca risoterapia, musicoterapia, biodanza y técnicas de relajación. «Está basado en mi propia experiencia. Las adversidades se pueden superar, en lugar de sufriendo, riendo», asegura.