
Los dos co-presidentes, Amusátegui y Botín, están inmersos en una auténtica guerra de poder por el control del banco No es oro todo lo que reluce en el BSCH. Pese a los excelentes resultados de la entidad (aumentó beneficios un 33,6% en el primer semestre del año), las aguas de la fusión están turbias. Desde el primer momento la lucha por el control del banco se convirtió en un duelo de titanes y la última crisis la ha provocado el cese, el pasado martes, del director de comunicación, Luis Abril, mano derecha del co-presidente José María Amusátegui. Por ahora, Emilio Botín, del Santander, se ha apuntado un tanto en esta peculiar guerra de poder, aunque hay quien dice que las espadas, aunque se escenifique un nuevo pacto de paz, seguirán en alto.
31 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.El Central Hispano y el Santander están de uñas por el control del gigante bancario BSCH. Los desencuentros en la cúpula de la entidad comenzaron poco después de la propia fusión. Entonces, Ana Patricia Botín, hija del banquero cántabro, tuvo que abandonar la entidad antes de que las juntas de accionistas de cada una de ellas aprobasen la unión, justo después de haber aparecido en prensa como la candidata al mando. En el Central Hispano no había sentado bien. El pasado mes de junio hubo otro incidente que acabó siendo público y que obligó a un acuerdo de paz ante los medios. Los directivos del Central Hispano recelaban del excesivo protagonismo de Emilio Botín y la tensión se saldó con una humillación para el cántabro, que tuvo que ver cómo el consejo de administración del BSCH firmaba una declaración alabando la gestión de Corcóstegui, el delfín de José María Amusátegui. La pasada semana llegó la venganza y Botín cesó, haciendo uso de su mayoría en el consejo, a la persona de confianza de Corcóstegui, el jefe de comunicación de la entidad, Luis Abril. El mazazo en la vertiente del Central Hispano ha sido importante, sobre todo porque el sustituto de Abril será Juan Manuel Cendoya, promovido por Jaime Botín. La salida de José María Amusátegui de la entidad, prevista por su jubilación, se adelantará después del varapalo, aunque el co-presidente quiere salir «con todos los honores». Los conflictos en prensa han llegado demasiado lejos. Ha habido desde una petición de mediación al gobernador del Banco Central, Jaime Caruana, protagonizada por Amusátegui, hasta amenazas de llevar a Botín a los tribunales por incumplir el pacto de fusión. A nadie se le escapa que una división en el seno del consejo de administración no beneficia a la entidad, sobre todo en un momento en el que bancos extranjeros -una entidad alemana está interesada- pueden estar buscando una fusión con el coloso bancario español. Así las cosas, en los próximos días se espera la escenificación de otro pacto de paz que acalle a los medios, aunque no acabe con las diferencias. Uno de los beneficiados en este río revuelto puede ser Alfredo Sáenz, presidente del Banesto, que se consolida como hombre de consenso.