Iberia pacta la fusión con British pero se reserva el derecho de veto

Colpisa

ECONOMÍA

La española podrá romper el acuerdo si no le convence la forma de pago del agujero de 3.000 millones que la británica tiene en su fondo de pensiones.

13 nov 2009 . Actualizado a las 00:50 h.

Los consejos de administración de Iberia y British Airways (BA) aprobaron este jueves, en sendas reuniones extraordinarias, un memorando de intenciones, muy beneficioso para la española, con las líneas básicas de su fusión, que se completará a finales del 2010. La unión ha de ser aprobada por las autoridades de competencia y los accionistas de las dos compañías.

La alianza llega tras meses de negociaciones y otorga a la británica el 55% del futuro grupo, que será la quinta aerolínea del mundo por ingresos y pasajeros. El 45% restante quedará en manos de la española, mientras el consejo de administración será paritario, con siete asientos para cada una. Un reparto muy próximo al actual tamaño de las dos empresas y que Iberia explico como «entre iguales». La gran novedad es que el grupo tendrá su sede social y fiscal en Madrid, mientras la base financiera y operativa será Londres.

La española se ha guardado un as en la manga. El documento le reserva la posibilidad de romper la alianza si el pago del 'agujero' del plan de pensiones BA, cifrado en casi 3.000 millones de euros, se complica. British debe negociar con los gestores del fondo la financiación del mismo. Algo que no se conocerá con detalle hasta la próxima primavera. Es lógico que Iberia no quiera comprometerse a ninguna aportación sin conocer todos los detalles.

La alianza, que podría generar sinergias y ahorros de costes de unos 400 millones anuales, beneficia a las dos aerolíneas, que mantendrán su nombre y se repartirán el mercado. El Atlántico Norte para BA y la conexión entre Europa y Latinoamérica para Iberia.

La presidencia del holding la ocupará Antonio Vázquez, actual presidente de Iberia. Willie Walsh, consejero delegado de BA, lo será también del nuevo grupo. Vázquez se felicitó de que el largo proceso «haya merecido la pena». «Es un paso de gigante para los dos», añadió. Walsh, por su parte, celebró la creación de «una empresa europea, fuerte y capaz de competir».

Durante cinco años, las dos empresas mantendrán sus derechos de vuelo y la gestión de las relaciones laborales. En ese periodo, ni Iberia ni el 'holding' otorgarán garantías ni usarán sus fondos o facilidades de crédito para financiar el fondo de pensiones de British Airways. El memorando contempla también que las acciones del 'holding' cotizarán en la Bolsa de Londres y, si fuera posible, en el mercado secundario español, con lo que los títulos quedarían fuera del Ibex 35.

Los mercados celebraron el acercamiento y ambas compañías se disparon en Bolsa. Iberia sumó un 11,7% hasta los 2,22 euros por acción. British, por su parte, remontó un 7,5% y se paga ya a 216 peniques por título.

Con su decisión, Iberia y British ponen fin a 16 meses de incertidumbre y contradicciones. Un periodo muy largo en opinión de los analistas, que reclaman siempre más claridad y velocidad.

En plena crisis económica y del sector aéreo, la indefinición que ha rodeado las conversaciones no ha hecho ningún bien a las dos aerolíneas, que se han visto atrapadas en un escenario mucho más pesimista del que manejaban en principio. Eso les ha obligado a manejar, al tiempo que la fusión, intensos planes de ajuste. Una política de ahorros que aún deben poner en práctica y que, previsiblemente, levantará en pie de guerra a sus plantillas.

Iberia quiere congelar salarios en 2010 y 2011 y BA prepara miles de despidos.

En verano de 2007, antes de que Fernando Conte, entonces al frente de Iberia, y Walsh representaran la alianza, BA quiso quedarse Iberia sin poner un solo euro. La británica buscó se unió al fondo de inversión Texas Pacific Group y se apuntó a una OPA finalmente fallida que molestó sobremanera a la española. Después, las aguas volvieron a su cauce e Iberia compró un 10% de BA desde el que hablar de igual a igual.

Las conversaciones sufrieron enormes vaivenes, no exentos de tensiones entre los accionistas, y que culminaron el pasado verano la salida forzada de Conte, al que se reprochó poco vigor en la negociación.

Llegó entonces Antonio Vázquez, que lucía el aval de haber cerrado una ventajosísima ecuación de canje en la adquisición de Altadis por Imperial Tobacco. Discreción rayana en el secretismo y trabajo han sido la receta del ejecutivo cordobés para poner fin al culebrón.