El «Alakrana», un año después

ECONOMÍA

Una tripulación de 42 personas, cuatro de ellas vigilantes de seguridad, trabajan con una nueva rutina en el Índico

25 sep 2010 . Actualizado a las 23:07 h.

Ocho y cuarto de la tarde. En el Índico, a unas 750 millas de la costa de Somalia, es noche cerrada, porque el alba por aquellas latitudes madruga demasiado. A bordo del Alakrana, el atunero vasco que el 2 de octubre del año pasado cayó en manos de piratas somalíes, la tripulación acaba de cenar. Antes, hace un año escaso, la rutina llevaría a la persona encargada a salir a cubierta y tirar la basura. Ahora no, ese trabajo se hace al despuntar el día.

Es un pequeño detalle, casi una nimiedad, pero vital para la seguridad del atunero y su tripulación y da idea de lo mucho que han cambiado las cosas. «Para tirar o lixo, tes que abrir a porta da cociña e esta dá cara a cuberta, polo que desde fóra pódese ver a claridade e se hai a unha milla un esquife que ti non detectas no radar xa te localiza e vén por ti». Marcos Nine es en este relevo el capitán del Alakrana. Dejó Boiro en uno de los mejores agostos ?climatológicamente hablando? para pescar atún en medio del monzón en el Índico. Pero está convencido de que «o que pasou non volverá pasar». El barco ya fue víctima de un secuestro una vez y no lo volverá a ser. No se trata de una simple cuestión estadística, que también. Es que «non se dan as mesmas circunstancias» de entonces. El de la basura es un simple ejemplo. Amortiguar cualquier resplandor que pueda salir al exterior en noche cerrada es otro. Navegar sin luces a oscuras y extremar la atención al radar son ya obligaciones primordiales. Antes, «en circunstancias normales, agora pola noite estarías vendo unha película e un mariñeiro facendo guardia». Ahora no: «Vas do camarote para a ponte e non sacas a vista do radar, non tes un minuto libre».

Todas esas precauciones y el refuerzo de la seguridad a bordo, pues en esta marea llevan cuatro agentes de seguridad armados en lugar de los tres que tenían anteriormente, dan más confianza a las 42 personas ?vigilantes incluidos? que conviven en el barco.

Más asaltos

Es más, Nine, que anteriormente estaba enrolado en el Campolibre Alai, y que sufrió el hostigamiento de los piratas en varias ocasiones ?de hecho cerró la oleada de asaltos que interrumpió el monzón?, está más que satisfecho de que la empresa armadora, Etchebastar Fleet, lo haya destinado al Alakrana, un barco que ya conoce, ya que en él fue primer oficial antes de ser capitán: «Estou moito mellor aquí; o Alakrana é máis seguro que o Campolibre, porque ten mellor máquina e, chegado o caso, pódese escapar mellor».

Actividad en las bases piratas

«Aquí non vai morrer ninguén», dice Nine. Desde hace tiempo no llegan demasiadas «notas», las alertas que la misión internacional de la OTAN y la operación Atalanta envían a los barcos. Pero sí han recibido una inquietante: la de que se ha detectado mucha actividad en la costa, en las bases piratas, supuestamente porque se están preparando para salir de cacería ahora que terminan las lluvias del monzón.

En tanto no se calman las aguas, a bordo se trabaja con normalidad, aprovechando que en esta época «é cando se pode pescar un pouco ben» porque está en temporada. Aunque ahora mismo no hay a bordo ninguno de los ocho gallegos que sufrieron los 47 de cautiverio, sí hay algún vasco y algún que otro marinero de terceros países que padeció el saqueo y las vejaciones de los piratas somalíes. Y, según el capitán, trabajan con normalidad. «Aparentemente, non se lles nota nada».

Pero eso puede que solo sea en la superficie. Por si acaso, el Alakrana es el único de la treintena de atuneros españoles o de capital español que faenan en el océano Índico en el que se comunican con antelación los entrenamientos y ejercicios de tiro que se realizan una vez al mes para aprender a actuar en caso de un ataque pirata. «A xente está moi sensible». Y tanto: muchos de aquellos que sufrieron el encierro han cambiado de barco, dejado la empresa e incluso abandonado el oficio.