Trabajo da marcha atrás y reduce el plazo anunciado inicialmente para llegar a un acuerdo
10 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.No pudo ser el 19 de marzo y por acuerdo de los agentes sociales -como establecía la reforma laboral y pretendía el Gobierno-, sino casi tres meses más tarde y por decreto, para su posterior tramitación parlamentaria como proyecto de ley. El Consejo de Ministros aprueba hoy la reforma de la negociación colectiva diseñada por el Ejecutivo ante la falta de consenso entre patronal y sindicatos y, sobre todo, entre críticas de unos y otros.
El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, en una rueda de prensa tras cerrar la ronda de contactos desarrollada esta semana con los grupos políticos y los agentes sociales, instó ayer a estos últimos a seguir negociando sobre la norma, ya que -señaló- si llegan «a un acuerdo sobre flexibilidad interna, por parte del Gobierno no habrá ninguna dificultad para trasladarlo en forma de enmiendas».
Y es que precisamente la flexibilidad interna -es decir, los cambios de horarios, salarios y movilidad tanto funcional como geográfica para que la empresa pueda superar períodos de dificultades sin recurrir a los despidos- ha sido el aspecto con el que el presidente de la CEOE, Juan Rosell, se ha mostrado más crítico.
Entiende que el Ejecutivo ha vuelto la espalda a las reclamaciones de los empresarios en una reforma que consideran insuficiente para sus necesidades, y que se ha plegado a las demandas de los sindicatos, como en lo que respecta al mantenimiento de la ultraactividad de los convenios (prórroga tras expirar su vigencia sin acuerdo para renovarlo), cuya eliminación pedía la CEOE.
«No es una reforma hecha a la medida de las organizaciones sindicales», negó Gómez, recordándoles a los empresarios que el decreto introduce tres nuevos elementos de flexibilidad: la posibilidad de los descuelgues salariales, la modificación de las condiciones de trabajo y la prioridad del convenio de empresa frente a los provinciales (aunque no de los nacionales y autonómicos). «Tiene que ser una reforma que dé flexibilidad a la empresa pero que no desproteja a los trabajadores», apostilló.
«Atrevida y profunda»
El ministro subrayó que, en materia de flexibilidad, la reforma es la más «atrevida y profunda de la historia de las relaciones laborales» y recordó, frente a las críticas de sindicatos y patronal, que no se habían recogido los preacuerdos alcanzados en la negociación, que aunque «sí existían acuerdos verbales, de los que hemos partido, no había un texto escrito».
Si el miércoles había sido la patronal la que manifestó su decepción con una reforma que calificó de «insuficiente»; ayer, tras su reunión con el ministro, los sindicatos dijeron sentirse no «vinculados» a la norma, pese a que «se han salvado algunos muebles». Ramón Górriz (CC.?OO.) afirmó que «esta reforma que el Gobierno se plantea hacer de manera unilateral» no tiene como motivo un plazo concreto, sino «dar una señal a los mercados financieros», con la que se están «equivocando».
Pero Valeriano Gómez insistió en que «el proceso no acaba mañana [por hoy], empieza mañana», y reiteró su llamamiento a alcanzar acuerdos que el Grupo Socialista incorporaría «con enorme alegría» al decreto ley durante su tramitación parlamentaria.
La disposición a los cambios quedó demostrada porque ayer el titular de Trabajo ya avanzó uno: el mantenimiento de la ultraactividad. El borrador establecía un plazo máximo de veinte meses para que las partes negociaran un nuevo convenio colectivo después de expirar el vigente. Gómez declaró que la reforma prevé un plazo «de entre 12 y 18 meses» en función del tipo de convenio, para renovarlo.