Tras la agitada junta de accionistas del martes, y tras el ruido generado en torno al futuro del banco, la dirección del Gallego trasladó ayer a la plantilla un «firme y convencido mensaje de tranquilidad y confianza». La operación corporativa que se avecina por la marcha de NCG como socio, y la necesaria recapitalización del banco para cumplir con las exigencias del Gobierno «no deben alterar nuestro trabajo para nada, pues nuestra verdadera fortaleza es nuestro trabajo y nuestro rendimiento», se puede leer en un comunicado interno en el que se pide también que esa tranquilidad se traslade a los clientes.
El banco también ha explicado a la plantilla que la entidad ni está nacionalizada, ni intervenida, ni ha recibido dinero público. Su situación, explican, no es comparable con la del Banco de Valencia (intervenido) o la de Bankia o Novagalicia (nacionalizados ambos). Y por ello, agregan, no tienen por qué afrontar un plan de reestructuración fuerte, con medidas laborales drásticas, como los que se están negociando en esos bancos.
El Gallego tiene su plantilla repartida principalmente entre Galicia y Madrid, y en el 2011 afrontó un ERE por el que salieron 99 personas.
Frente a ese mensaje de tranquilidad está el estruendo que pueden generar las medidas que tomen los accionistas de la entidad, que han visto cómo, por decisión del FROB, han perdido toda la inversión que tenían en el banco. Solo entre el 2008 y el 2011 los principales inversores metieron 117 millones de euros.