
Cada hora se inscriben 85 nuevos desempleados, mientras el paro en el 2001 solo era del 4 %
22 abr 2013 . Actualizado a las 13:21 h.Las oficinas de empleo de Portugal registran cada hora 85 nuevos parados. Desde la irrupción de la crisis internacional el desempleo ha sumado 650.000 integrantes, 251.000 de ellos desde que el país fue rescatado hace dos años. Ahora son ya 939.000 las personas sin trabajo en un territorio que cuenta con 4,8 millones de residentes en edad activa.
La gráfica del paro dibuja una montaña que se aproxima con celeridad a un 20 %, cuando en el 2004 solo tenía un tamaño de cuatro puntos. «Ese galopante aumento del desempleo es nuestro principal problema junto a la destrucción creativa actual, que implicará una reestructuración de la economía que requerirá de muchos años para recuperarla», advierte la profesora de Economía en la Universidad de Oporto Elvira Vieira.
El imparable cierre de empresas y la caída en la inversión nacional y extranjera aceleran el desempleo, aunque el coste laboral favorezca lo contrario. Una hora de trabajo en Portugal cuesta solo 12,2 euros de media, mientras que en España dicho baremo se sitúa en 21 euros, según las cuentas de Eurostat.
«Situación de guerra»
«Esto se parece cada vez más a una situación de guerra, con un desánimo general, un desempleo sin freno, una juventud muy formada que es empujada a la emigración o a la pobreza y una realidad que ya no encaja en el Excel del ministro de Economía», dice Daniel Deusdado, productor televisivo y analista de la economía portuguesa.
A la sensación de período de posguerra se suma el hecho de que medio millón de trabajadores solo ingresan los 432 euros netos al mes del salario mínimo y setecientos mil más perciben el salario medio del país, que ha caído hasta los 550 euros brutos.
«Los 1.308 euros de mi pensión no me dan ya para mantener a toda la familia, asegura João Miguel Pires junto al despacho de seguridad de la parada del metro lisboeta de Anjos, donde enumera los miembros de su prole que están en paro y dependen de su pensión de policía. Su paga es alta en todo caso, pero las hay mucho mayores, hasta los 6.500 euros como tope para altos cargos de la Administración, mientras en España esa barrera se sitúa en 2.300 euros.
La troika presiona para que Portugal reforme su sistema de pensiones públicas, que presenta notables desigualdades y permite acumular varias pagas, como hace el mismo presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, que renunció a su sueldo de jefe del Estado al ser menor que las dos pensiones públicas a las que tiene derecho.
Construcción y emigración
«Podríamos aligerar esa presión que los desempleados están ejerciendo sobre sus familias si el Gobierno adoptase un plan de rehabilitación urbana», asegura Albano Ribeiro, secretario general del Sindicato de la Construcción de Portugal. Estima que con dicho plan sería posible crear 80.000 empleos de entre los 250.000 destruidos en el sector en cuatro años. La mayoría de ellos han optado por la emigración, tirando los precios si es necesario. «Algunos portugueses han sido agredidos en Alemania por aceptar 9 euros la hora en trabajos que se pagan a 20», cuenta el sindicalista.
La emigración y sus remesas de dinero se han convertido en un pilar de una economía que ha bajado incluso su consumo de bacalao, como advierten con temor los pescadores noruegos.