La reforma eléctrica amenaza la competitividad de la industria

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. Lado CEE / LA VOZ

ECONOMÍA

Vista general de la factoría de Ferroatlántica en Brens, en el concello de Cee.
Vista general de la factoría de Ferroatlántica en Brens, en el concello de Cee. marcos rodríguez

El director de Ferroatlántica para la zona noroeste admite su preocupación

04 ago 2013 . Actualizado a las 15:21 h.

El Ministerio de Industria acaba de presentar su reforma del sistema eléctrico, que promete acabar con el manido déficit tarifario. Las consecuencias del ajuste se dejan sentir ya en los recibos, con una subida del 3,2 %, en vigor desde ayer, y 1.300 millones de recorte que tendrán que asumir las compañías.

Sin embargo, hay un aspecto de la reforma que amenaza la competitividad de muchas industrias primarias españolas, entre ellas, las del sector de las ferroaleaciones que tiene en Galicia y en Ferroatlántica prácticamente toda la representación del Estado. La compañía del Grupo Villar Mir es el primer consumidor del país con capital 100 % español y da trabajo fijo en sus fábricas de Cee, Dumbría y Sabón a 550 personas, a las que hay que sumar otro centenar de las actividades mineras, además de unas 80 de empresas auxiliares permanentemente contratadas Un empleo, que de fijarse la reforma en los términos que ahora está analizando la Comisión Nacional de la Energía, estaría en serio peligro ante la imposibilidad de competir, ya no con sus rivales en un mercado absolutamente globalizado, sino con las propias fábricas del grupo en otras partes del mundo, que compran la energía a un precio muy inferior.

El ingeniero coruñés Carlos Oliete Fernández, hasta ahora máximo dirigente de los centros de trabajo de Cee y Dumbría, acaba de ser nombrado director de Ferroatlántica para toda la zona noroeste y responsable de energía en la división de ferroaleaciones del grupo. A nivel práctico, este cargo lo convierte en el responsable de lidiar con la Administración en unas cuestiones profundamente técnicas, en las que se mezclan muchos intereses distintos y que, en último término, repercuten sobre el tejido industrial español y gallego, sobre todo el de la Costa da Morte.

Preocupación

«Sentimos preocupación, eso es una realidad, por la avalancha de proyectos, decretos y órdenes que ahora están en información en la Comisión Nacional de la Energía. Si a las eléctricas les suben las cargas, evidentemente, lo que van a hacer es repercutirlas sobre el que viene detrás, que es el consumidor», asegura Oliete, que no ve estas modificaciones como una amenaza solo para su empresa, sino para toda la industria básica española. En estos momentos, a consecuencia de las nuevas regulaciones del Ministerio de Industria, la diferencia de precios en mercados a futuros con otros países de Europa supera los diez euros por megavatio hora, y al menos otros diez en costes regulados.

«Hemos presentado alegaciones, no solo para Ferroatlántica, sino para toda la industria electrointensiva de este país: la siderúrgica, la química, la metalúrgica, el cemento, los gases...», señala el máximo responsable de la compañía en Galicia, que, según dice, no aspira a una consideración preferencial. «No pretendemos tener un trato de favor, simplemente pretendemos tener precios competitivos, y no con el mundo, con Europa, porque ya si tienes que competir con China, con Kazajistán o con Ucrania es todavía más difícil, Es de justicia destacar la buena acogida por parte del ministerio, que está haciendo grandes esfuerzos en resolver este grave problema, lo que nos permite albergar ciertas esperanzas de que el problema puede solucionarse, pero de momento la preocupación no ha desaparecido».

Para ilustrar cuál es la situación real, Oliete explica que Ferroatlántica «paga la energía un 34 % más cara en España que en el resto de los cinco países del mundo donde tenemos instalaciones» y que desde el año 2008 y la teórica liberalización del mercado eléctrico, este coste ha subido un 65 %.

Hasta el momento, y teniendo en cuenta que la energía llega a suponer el 40 % del coste de nuestros productos, las fábricas gallegas compensaban el desfase con «gestión y productividad conseguidas gracias un plantel de extraordinarios profesionales como son los que componen nuestras plantillas», señala Oliete. Pero el margen de mejora es cada vez más estrecho y llega un momento en que «las mejoras en productividad no dan más, lo que queda son cuestiones de afino, no ajustes gruesos».