Alierta lo deja todo atado en Telefónica

f. fernández, m. mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

JUAN MEDINA | REUTERS

Decide retirarse a los 70 años tras 16 manejando el timón, que cede a su delfín, el consejero delegado Álvarez-Pallete. Engordará su plan de pensiones con 35,5 millones

30 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

César Alierta suelta el timón de la tercera mayor empresa española, Telefónica. El 8 de abril le cederá la presidencia al que ha sido su delfín durante los últimos tres años, José María Álvarez-Pallete, hasta ahora consejero delegado de la compañía. Es un «relevo natural» en la cúpula de la multinacional que, sin embargo, ha cogido a muchos por sorpresa. Aunque puede que no sea todo tan inesperado.

Alierta lleva casi 16 años manejando los hilos de la primera operadora de España, con un valor de mercado que roza los 50.000 millones, solo inferior al de Inditex y el Santander. Y el poder desgasta. Más aún cuando se está a punto de cumplir 71 años, como el empresario zaragozano, que soplará las velas el 5 de mayo. Aunque el directivo, uno de los más veteranos del país, no desaparecerá sin más. Continuará en el consejo de administración de la empresa y se pondrá al frente de la Fundación Telefónica.

Cuentan fuentes del entorno del aragonés que el todavía presidente de Telefónica lo tenía todo pensado y bien pensado desde hace tiempo. Que lo único que le quedaba por hacer era marcar una fecha en el calendario. Llevaba meses dándole vueltas a cuál sería el momento más adecuado para cederle el timón a quién ha sido su mano derecha durante estos últimos años. Y, a decir de los analistas, no habría podido elegir una ocasión mejor. Porque ha logrado dejar su decisión a cubierto de cualquier intervención política. Un Gobierno en funciones es un Gobierno sin poder, apostillan. Lejos de interferencias indeseadas, explican los analistas, Alierta ha maniobrado a su antojo. Le ha dejado a su delfín el camino expedito, cediéndole, además, todo el poder como presidente ejecutivo. El mismo cargo que ocupaba él y que tan poco agrada a los grandes inversores institucionales anglosajones, presentes en el capital de la multinacional. Más partidarios ellos de lo que se lleva en sus países de origen. Esto es, un tándem en el que pedalean un presidente no ejecutivo y un consejero delegado.

Y para acabar de redondearlo, con su permanencia en el consejo, se garantiza una transición ordenada. Sin olvidar que la mayoría de los consejeros externos o independientes de ese órgano de gobierno han sido nombrados por él.

Con la varita mágica

Se va con los deberes hechos. Porque Alierta ha sido el mago que ha convertido a la multinacional en lo que hoy es. Según Bloomberg, Telefónica es la décima empresa de telecomunicaciones por capitalización del mundo y la cuarta de Europa. Por clientes totales, ocupa la sexta posición del ránking internacional, por detrás de las operadoras chinas, American Móvil y Vodafone. Y en España, nadie le tose. El aún presidente del grupo firma la expansión internacional en la que se ha sumergido la compañía en los últimos años, durante los cuales ha pasado de 68 millones de clientes a 322 millones en todo el mundo (España, Brasil, Alemania y Latinoamérica), 1,9 millones de ellos, en Galicia. Si en el 2000, cuando él tomó las riendas, más del 50 % de sus ingresos procedían de fuera de España, en el 2015 esa cifra era del 74 %.

Ahora, «el directivo más preparado para afrontar con éxito los retos que impone la revolución digital», como definió ayer el propio Alierta a Álvarez-Pallete, tiene por delante el reto no solo de mantener el imperio, sino también de realizar nuevas conquistas. El aún consejero delegado se hará con el mando en un momento crucial de la multinacional, con un plan estratégico sobre la mesa enfocado a la total digitalización de su negocio en el año 2020.

Alierta es uno de los directivos mejor pagados de España. El año pasado cobró en total 8,7 millones, un 29 % más que en el 2014. En principio, no recibirá indemnización alguna, pues la compañía aprobó en el 2014 acabar con los blindajes a los que estaban sujetos sus ejecutivos. En su lugar, recibirá una aportación única de 35,5 millones a su plan de pensiones.