
La lucha por el control de la nueva entidad da al traste con la operación y desaira a los supervisores
15 may 2019 . Actualizado a las 17:05 h.Andan en el Banco de España y el BCE algo contrariados. Más que eso. No se han tomado las altas instancias financieras lo que se dice precisamente bien la ruptura del futuro matrimonio entre Liberbank y Unicaja. No es el primer desplante que les hacen los asturianos. Tampoco los malagueños. Lo cierto es que ha sabido a cuerno quemado. Va completamente en contra de sus deseos. Los supervisores llevan tiempo, mucho, presionando para que se fusionen entidades de tamaño medio... y poco rentables. No está el horno del sector -tipos bajos, caída de los márgenes, costoso proceso de digitalización, irrupción de nuevos actores como las fintech...- para estos bollos. Y ha sentado todavía peor que haya sido la batalla por el reparto del poder en el seno de la futura entidad lo que ha acabado dando al traste con una operación que en el cuartel general de Draghi en Fráncfort ya daban por hecha.
A saber: los de Málaga echaron sus cuentas y llegaron a la conclusión de que les correspondía un peso del 60 % en el nuevo banco (hubiera sido el sexto del país con unos activos de 92.000 millones). Los asturianos no estuvieron de acuerdo. Lo justo, en su opinión, era que ellos tuvieran un 45 %. Después dijeron estar dispuestos a rebajar sus pretensiones hasta el 58-42%, pero nada.
Así las cosas, y tras meses de negociaciones -las conversaciones salieron a la luz en diciembre pasado y arrancaron oficialmente después del verano- la historia ha acabado en fiasco. Ni uno ni otro se han bajado del burro. Ni siquiera la mediación, según fuentes financieras, de la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, para intentar asfaltar el camino del acuerdo lo ha hecho posible. Sí estaban los asturianos dispuestos a pasar por el aro de trasladar la sede social de Madrid a Málaga y de que el nuevo banco iniciara su andadura con el nombre de Unicaja. Nada del otro mundo. Es lo menos cuando el pez grande se come al chico. Pero, ni por esas.
Le queda al supervisor la sensación de que unos y otros han estado mareando la perdiz desde hace casi dos meses. Desde que terminó la due dilligence, que no es más que el proceso de desnudarse ante el otro para que bucee en sus números y tenga una idea clara de con quién se va a casar.
A la vista de los comunicados enviados a la CNMV el martes dando cuenta del fracaso, pareciera que aquí no ha pasado nada. Cada uno por su lado. Y en solitario. Pero los analistas no lo tienen tan claro. Dudan de que eso sea posible. Especialmente en el caso de Liberbank.
Conocido es el interés de Abanca en el asturiano, al que ha intentado meterle el diente hasta en dos ocasiones. La última de ellas en febrero pasado, ya con las negociaciones con Unicaja en marcha. Una operación que Juan Carlos Escotet llevaba meses tejiendo y que acabó saltando por los aires en apenas cinco días. Tampoco es desconocida para los analistas la tenacidad del venezolano. ¿No hay dos sin tres? El tiempo lo dirá, pero en el mercado muchos lo dan por hecho.
De ahí el revuelo que levantó hace unos días la misteriosa participación (del 7,78 %) que declaró Bank of America (asesor de Abanca en la fallida opa sobre el asturiano) en el capital de Liberbank. Muchos la interpretaron como una maniobra de Escotet, hasta que los estadounidenses aclararon que era parte de su cartera de negociación para clientes. Aun así, hay quien sigue con la mosca detrás de la oreja.