Adiós al marzo con la luz más barata

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

kiko delgado

La fuerte penetración renovable y la caída de la demanda y de los precios de materias primas moldearon un mes con el mercado eléctrico más asequible desde el 2014

03 abr 2020 . Actualizado a las 08:57 h.

Lo que ocurrió en diciembre del 2013 sí que fue un auténtico golpe de estado en el sistema eléctrico español, y no el intervencionismo de ahora, por el coronavirus, para decretar el aplazamiento del pago de recibos, suspender los cortes de suministro o extender los descuentos del bono social de la luz. Lo asestó el entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, cuando decidió que la factura de la luz de sus compatriotas se casaría en segundas nupcias con el mercado mayorista de electricidad, y que eso de las subastas trimestrales para saber a cómo iría la luz pasaría a la historia. Ese vuelco en el sistema de fijación de precios eléctricos lo provocaron unos resultados de escándalo en la última de esas pujas. Soria sospechó de amaños, de intentos de presión del sector, se cargó las subastas y se abrazó al mercado.

De este modo, desde la primavera del 2014 -el golpe de estado eléctrico llevó su tiempo- el precio de la energía consumida cuesta lo que diga la oferta y la demanda de energía, que tampoco está libre de sospechas, pero es lo que hay, de momento. La factura sube y baja según unos precios horarios de los más inquietos. Bueno, casi, porque el mercado determina una parte relativamente pequeña del recibo (en torno a un tercio), el resto son impuestos, peajes y cargos varios destinados a pagar los costes del sistema, por decisión de los sucesivos Gobiernos. Un guirigay.

Bien, pues ese mercado mayorista que entró en los bolsillos de los españoles hace seis años acaba de despedir el marzo más barato desde su debut como referencia de la factura. Según datos del operador del mercado, OMIE, el megavatio hora producido por las centrales de generación se cotizó de media a 27,8 euros, empatando de ese modo con marzo del 2016 y solo desbancado por ese mismo período del 2014.

En comparación con hace un año, la electricidad costó un 43,2 % menos y estuvo un 22,7 % por debajo que en febrero.

Un 2016 imbatible, de momento

No fue marzo el mes más barato en los últimos seis años, pero sí de los cuatro. Como se puede apreciar en el gráfico que acompaña esta información, solo el 2016 arrancó con precios mensuales inferiores a marzo pasado.

Pero, ¿por qué se ha desinflado la energía? Para empezar, porque el consumo ha descendido debido a la crisis del coronavirus. Millones de negocios han tenido que bajar la persiana. Aunque la demanda se ha trasladado a los hogares, no lo ha hecho de tal forma que compense el dato global. Según Red Eléctrica de España, operador del sistema, la demanda nacional de marzo fue de 20.924 gigavatios hora. Son un 6,3 % menos que en el mismo mes del 2019.

También contribuyó sobremanera a reducir los precios eléctricos la elevada producción de energías renovables. REE avanza que el 50 % de la generación procedió de tecnologías limpias. De la que más, de la eólica, que suministró casi el 27 % del total nacional, seguida de la hidráulica, con el 15 %. La nuclear se coló entre ambas contribuyendo con un 24,5 %. El resto del pastel estuvo muy despiezado. Destaca la consolidación del ocaso del carbón, que solo aportó el 2,4 % de la producción total. Y los ciclos combinados (de gas natural), llamados a suceder a las centrales térmicas de mineral, tampoco estuvieron muy lucidos, y solo generaron el 9 %.

El 50 % de la generación eléctrica en marzo fue de origen renovable

Que las renovables abaratan el mercado es ya casi un mandamiento en el mundo eléctrico, aunque no está de más recordar por qué. No es porque producir electricidad en un parque eólico sea más barato que en una central nuclear -los primeros tienen bastante menos personal, pero muchos no están amortizados todavía, y las segundas, sí-. Las leyes del mercado van por otro lado, el de la oferta y la demanda. Cada día, REE hace una previsión de la energía que necesitará el país en la jornada siguiente, y va comprando lotes en función de su precio (primero los más baratos). Aquellas tecnologías que tienen mucha producción ese día y no pueden gestionarla -como la eólica- intentar colocarla como sea y entran las primeras, normalmente la ofrecen barata para así asegurarse la operación. Las compras acaban cuando REE tiene la cesta llena y la última tecnología en entrar en el saco marca el precio medio que cobrarán todas ese día. Así es el sistema marginalista, que toma su nombre del último productor, al que denominan marginal (secundario, pero determinante), y que funciona en los principales países europeos. El precio de casación de oferta y demanda lo calcula Euphemia, un algoritmo matemático.

El miedo se contagia al CO2

Todavía queda un tercer factor que explica el abaratamiento del mercado eléctrico en marzo: la caída del precio de materias primas, como el petróleo, que influye en todos los segmentos de la economía. También se han desinflado de forma importante las cotizaciones de los derechos de emisión de dióxido de carbono -que tienen que comprar las centrales que vierten ese gas a la atmósfera-. En marzo cerraron a 20 euros la tonelada, frente a los 25 con que comenzó el 2020 o que alcanzó de media durante el 2019. La incertidumbre y el miedo de los inversores se ha contagiado al mercado del CO2.