El veto a las obras en edificios habitados amenaza con otra lluvia de ERTE

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

M.Moralejo

La patronal de la construcción calcula que hay 20.000 operarios afectados

15 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A duras penas sabe uno en qué día vive, como para estar al tanto con exactitud de los sectores económicos que tienen vetada su actividad mientras dure el estado de alarma (de momento, hasta el día 26). Más difícil aún es hacer ese seguimiento cuando el Gobierno improvisó, hace dos semanas, la suspensión adicional de empresas y fábricas que desarrollan funciones que consideró no esenciales, pero que ya volvieron al trabajo este lunes pasado.

Capítulo aparte merece la construcción, pues, tras el parón de las dos últimas semanas, ha retomado la actividad a medias. Solo los obreros que participen en la ejecución de proyectos en los que no convivan con otras personas ajenas. Las reformas o rehabilitaciones en viviendas habitadas siguen paralizadas por el Gobierno para evitar contagios. Diego Vázquez, presidente de la Federación Gallega de la Construcción, explica que, de los casi 80.000 trabajadores del gremio en Galicia, siguen parados unos 20.000 por esa nueva instrucción del Ejecutivo, que, si no lo remedia antes, se prolongará hasta el fin del estado de alarma. «Estamos muy preocupados por ellos, porque muchos son autónomos», reconoce Vázquez, quien augura que lloverán ERTE en ese segmento.

Para situarse en este guirigay, a continuación se resumen los negocios que sí tienen permitido operar y los que aún no.

Los negocios que pueden funcionar

La declaración del estado de alarma, el 14 de marzo, blindó servicios esenciales para la población que siguen estándolo. Entre los principales, todos los relacionados con la alimentación (producción, distribución y venta), estancos, medios de comunicación, gasolineras, centrales de generación eléctrica y refinerías. 

También funcionan farmacias, parafarmacias, ópticas y ortopedias; servicios sanitarios, como clínicas médicas, psicólogos, dentistas..; veterinarios y tiendas de animales; servicios financieros (bancos), aseguradoras e inmobiliarias; talleres de coches; lavanderías, tintorerías y ferreterías (estas solo para profesionales); tiendas de plantas (floristerías no), semillas y fertilizantes; funerarias; despachos de abogados, gestorías, notarías y registros de la propiedad; y negocios de informática, telefonía y reparaciones. Ademas, las peluquerías no pueden abrir, pero sí atender a domicilio.

 El textil y la automoción podrían funcionar ya, pero no lo hacen por el cierre de tiendas y falta de piezas

Que puedan funcionar no significa que lo estén haciendo todos los negocios de estos ramos -algunos han decidido cerrar por falta de clientes- ni tampoco como antes del estado de alarma. Así, por ejemplo, la cita previa es ya imprescindible para disfrutar de buena parte de esos servicios.

También pueden funcionar todas las fábricas e industrias, aunque muchas están inmersas en expedientes de regulación temporal de empleo o ERTE (como textil y automoción) y buena parte de la construcción.

Los que no pueden abrir aún

Aunque mucha gente creyó, ilusionada, que el lunes pasado volvía la normalidad a la actividad económica, lo cierto es que no. Mientras dure el estado de alarma seguirán cerradas las tiendas de ropa, bares, restaurantes (pueden prestar servicio de comida a domicilio), hoteles, museos, bibliotecas, recintos de ocio y de deporte, entre otros. 

Durante las dos últimas semanas suspendieron buen parte de la actividad, obligadas, las fábricas de productos no esenciales, como las siderúrgicas, y las del sector del metal, como la del automóvil, aunque esta última estaba parada ya de antes por falta de suministros. Pero desde el lunes pasado tienen luz verde teórica para operar.

Los astilleros privados, por su parte, mantuvieron buena parte de su actividad como actores esenciales de la logística del transporte marítimo, según el presidente de la patronal del metal Asime, Enrique Mallón. Navantia funciona bajo mínimos.