Omar Hatamleh: «El metaverso es el futuro. Trabajaremos, estudiaremos e iremos al médico allí»

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Omar Hatamleh

El experto en innovación advierte que el modelo económico se rompe y «no tendrá sentido en 20 años»

06 may 2022 . Actualizado a las 09:02 h.

Nació en Granada a finales de los sesenta, pero Omar Hatamleh se trasladó de niño a Estados Unidos, donde estudió varias carreras tecnológicas y se abrió camino en la industria aeroespacial. El mes que viene recalará en A Coruña, donde se celebrará Ecosystems 2030, el foro dedicado a la innovación que promueve y que cataloga como el «Davos tecnológico».

—¿En qué consiste?

—Es un foro que vamos a hacer durante diez años para ver cómo evolucionan las tecnologías emergentes y qué ecosistemas se van a desarrollar a su alrededor. Valga el ejemplo del coche autónomo, sabemos cuál es la tecnología, pero no qué industrias se van a desarrollar a su alrededor, desde el entretenimiento para los ocupantes a los seguros, teniendo en cuenta que el coche no se va poder robar ni va a tener accidentes. Pero también hay que analizar el impacto en los fabricantes, por la reducción del volumen de producción, y en la salud de las personas, porque está estudiado que a partir de cierta edad la capacidad intelectual de quienes no conducen baja radicalmente. Cuando la gente empiece a utilizar coches autónomos, ¿cómo va a afectar a su capacidad cognitiva? Esa es la idea, hacer un foro muy exclusivo, como el Davos tecnológico, para ver cómo conectar las industrias del futuro. Será un think tank de dos días, con cien ejecutivos y 50 ponentes.

—¿Por qué A Coruña?

—Antes de tener el evento hemos hablado con varias ciudades, como Madrid, Málaga y Valencia, pero ya teníamos relaciones previas con empresas como Andbank, Trison o Estrella Galicia, a lo que se ha sumado la amabilidad de la gente del Ayuntamiento y su alcaldesa. Por eso nuestra idea es no solamente realizar el congreso en A Coruña este año, sino mantenerlo. Galicia no tiene su evento, como sí lo tienen Madrid o Barcelona, y este, por la calidad de sus ponentes, va a ser relevante en toda España, un referente en innovación tecnológica. A Coruña va a ser la capital de la innovación tecnológica.

—El tema central va a ser el metaverso. Aunque hay empresas que ya empiezan a mostrarse en ese mundo paralelo, como Inditex, todavía parece algo de videojuego...

—El metaverso es el futuro. Va a crear una economía estratosférica. Ya se negocian activos inmobiliarios y se hace metatransporte, metamedicina... Se puede ir a hospitales a ver médicos, comprar ropa, estudiar en una universidad. Tendremos trabajo en el metaverso, no es solo entretenimiento. Aunque antes teníamos Second Life, no había los players mundiales que hay ahora, tampoco la tecnología avanzada, como NFT o blockchain. Pero también habrá riesgos. En el foro vamos a analizar las oportunidades, los riesgos, cómo va a cambiar la economía.

—¿De qué plazos hablamos? Porque nos anuncian unos cambios muy disruptivos que luego tardan décadas en materializarse.

—En diez años no tendremos un metaverso. Es algo que ya ha empezado pero que irá evolucionando, las industrias irán metiéndose e invirtiendo, creando valor, pero también la tecnología irá avanzando. y conseguirá que sea tan inmersivo que será difícil que no sientas que estás en una vida real. Siempre va a estar evolucionando, incorporando más usuarios, más industrias, más ideas...

—¿La pandemia ha sido un catalizador para la innovación o ha frenado el desarrollo?

—Ha sido un catalizador, lo hemos visto con el empleo. Mucha gente creía que si no estás en la oficina de ocho a cinco no estás trabajando. Yo nunca he creído en esa filosofía: quien quiere trabajar, lo hace desde cualquier lugar. El futuro del empleo está cambiando. La automatización hasta ahora ha quitado empleos manuales, pero por primera vez en la historia está ya compitiendo en trabajos intelectuales. Afecta a médicos, ingenieros, contables, abogados. Y eso que la inteligencia artificial todavía es como un bebé, hasta dentro de 20-25 años no llegaremos a un nivel súper avanzado. Pero aún así ya vemos algoritmos que, comparándose con médicos, pueden diagnosticar con un 10 % de mejor resultado. Vamos a usar esos sistemas para mejorar las decisiones de los médicos, los diseños de los ingenieros... Pero en 20 años ya no serán complementarios, sino que van a poder desplazarlos totalmente. Cualquier tecnología siempre crea y destruye empleos, pero al entrar a competir con trabajos intelectuales, y por el potencial tecnológico tan grande que tenemos, ahora se van a desplazar más de los que se van a crear. Como la población seguirá creciendo (la ONU habla de 10.000 millones en el 2050) tendremos muchas más personas, pero menos empleo, y eso obliga a replantear la economía del futuro, porque el modelo que tenemos ahora se rompe y no tendrá sentido dentro de 20 años.

—El problema es que muchos de esos empleos del futuro no sabemos cuáles serán.

—El 60 % de los trabajos de dentro de diez años no existen aún, y por eso no podemos empezar a formar ni adaptarnos al cambios. Pero podemos aprender las habilidades fundamentales que debemos inculcar a las nuevas generaciones. Que sean adaptables, abiertos al cambio, en aprendizaje continuo, con inteligencia emocional y que piensen fuera de la caja y con diversidad.

—A eso hay que añadir el aumento de la esperanza de vida. ¿Cómo afectará?

—Por primera vez en la historia aprendemos cuáles son las causas del envejecimiento. A esto se suma la medicina individualidad y otros avances que hacen que una persona que nace hoy tendrá un promedio de vida mínimo de 120 años. ¿Cómo va a afectar a los sistemas de jubilación y a la economía? Son cosas que tenemos que empezar a pensar.

—Se habla de poner impuestos a los robots o de generalizar la renta básica...

—La renta básica es una cosa complicada. Como humanos para sentirnos realizados tenemos que ver que contribuimos, que tenemos un valor. Si te sientas en casa y te llega un cheque a final de mes sin hacer nada, no te va a gustar. Bueno, a algunos sí, claro, pero la mayoría no se sentirán cómodos. Lo mejor sería un equilibrio. ¿Quién ha dicho que tenemos que trabajar cinco días a la semana, ocho horas al día? Es una cosa totalmente aleatoria. Lo mejor sería una cosa híbrida: que uno trabaje un día a la semana y el resto del tiempo lo pueda dedicar a aprender más cosas, al ocio... Hasta los setenta, la productividad y la retribución a los empleados evolucionaban de forma lineal, pero ahora vemos que la productividad se ha incrementado exponencialmente, pero no se está repercutiendo a los empleados. Un trabajador puede hacer hoy en un día lo que hace 30 años hacía en un mes. La productividad sube muchísimo, pero debe reflejarse en la remuneración, porque hasta ahora solo se benefician las empresas.