El fondo marino de medio planeta se convierte en autopista de energías verdes

josé a. gonzález MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Cable submarino

Los proyectos de despliegue de cables submarinos para transportar renovables avanzan a pesar de los retrasos por la falta de materias primas y mano de obra

13 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Unos 3.800 kilómetros es la distancia que separa la costa de Marruecos con el litoral sur del Reino Unido o lo que es lo mismo el trayecto que separa España de Rusia, por ejemplo. Ese es el trecho que Londres quiere conectar bajo el mar para aprovecharse de la energía solar marroquí, y así dotar de energía verde a cerca de siete millones de hogares británicos. Es uno de los cinco planes que tiene proyectados el gobierno de Reino Unido para aprovechar las bonanzas de la energía fotovoltaica generada más allá de sus fronteras.

El británico es solo un ejemplo de este tipo de proyectos, cada vez más numerosos, que se están desplegando a lo largo y ancho de las costas de todo el planeta, y que irán a más en el transcurso de los próximos años.

Hasta la fecha, sobre el lecho marino descansan miles de kilómetros de tuberías contenedoras de fibra óptica que comparten datos, tanto a uno y otro lado del Atlántico, como entre países europeos. Porque llegados a este punto de calentamiento del planeta, dependencia energética y costes disparados, compartir energía es la nueva solución que abanderan las principales economías mundiales.

«Esta tecnología tiene un impacto significativo en la reducción de las consecuencias ambientales del consumo de generación de electricidad en todo el mundo», responde la compañía XLCC, fabricante de estos cables, a este periódico.

La hora de compartir

Actualmente, el North Sea Link entre Kvilldal (Noruega) y Blyth (Reino Unido) es la autopista energética submarina más larga del planeta con una extensión que alcanza los 720 kilómetros. A poca distancia se quedará el cable que conectará la Isla de Grain, en el sureste de Inglaterra, y Fedderwarden, en el noroeste de Alemania.

El pasado mes de julio comenzó la fabricación de este enorme cable submarino que acumula ya cuatro años de retraso. No ha sido el único aplazamiento, y no por cuestiones económicas, sino por la falta de disponibilidad de materiales para su desarrollo, un problema que también ha provocado la paralización de los proyectos lanzados en Dinamarca; y en España, en el Golfo de Vizcaya.

El componente conductor, es decir, la parte central y esencial del cable, está compuesto por alambres de cobre o aluminio. Además, para su aislamiento se suele utilizar polietileno reticulado con un espesor de hasta unos 30 milímetros. Asimismo, para mayor protección, estos enormes conductores están equipados con una funda de plomo extruido para evitar la entrada de agua, además de la corrosión y el impacto de mordeduras de la fauna marina.

La falta de disponibilidad de estos materiales supone un importante freno al despliegue del cableado submarino, pero no es el único inconveniente. El sector arguye otro problema no menor que afecta a la instalación de estas gigantescas tuberías energéticas. «Colocarlos en el fondo del mar es otro desafío», y para ello falta mano de obra especializada, apuntan. Estas infraestructuras están preparadas para transportar energía eléctrica por debajo del agua, generalmente del agua salada, pero también es posible su extensión bajo grandes lagos y cauces fluviales, para lo que es preciso personal de una elevada capacitación. Y a pesar de estas dificultades, el valor estimado de los proyectos desarrollados se ha triplicado en solo siete años hasta alcanzar los 11.000 millones de euros.

Miles de kilómetros

Uno de los proyectos más ambiciosos se encuentra en los desiertos del norte de Australia. «Existe una oportunidad única de exportar grandes volúmenes de energía renovable, lo que respalda las necesidades energéticas regionales y mantiene el crecimiento económico», señala Sun Cable, la empresa promotora de este despliegue. Sus planes se centran en la instalación de una macrogranja solar al norte del país oceánico que provea de energía verde a Singapur a través de un cable submarino cuya extensión se ha estimado en 4.500 kilómetros de longitud. «Suministrará el 20% de la demanda de energía de la ciudad-estado, con planes para continuar hasta Indonesia», explican.

Un proyecto estará listo para el 2027 y se espera que proporcione 1.500 puestos de trabajos directos y 12.000 indirectos durante la construcción, con 350 trabajos operativos a largo plazo.

En Marruecos, la británica Xlinks quiere aprovechar una planta eólica y solar que se instalará al suroeste del país con una capacidad energética de 10,5 gigavatios renovables y una inversión de 20.000 millones de euros para desplegar cuatro cables por el fondo del Atlántico.