Los fabricantes alemanes de coches piden ayudas públicas para mantener su competitividad

C. P. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

MARTIN DIVISEK | EFE

Solicitan precios subvencionados de la electricidad para evitar deslocalizaciones

04 sep 2023 . Actualizado a las 16:24 h.

El próximo 31 de diciembre expirará el marco temporal de ayudas de Estado que desplegó la Unión Europea (UE) tras el estallido de la pandemia y que extendió al calor de la crisis energética. Esto significa que, a partir del 1 de enero del 2024 ya no se podrá regar de subvenciones a las industrias con tanta facilidad sin rendir cuentas ante la Comisión Europea.

Desde el estallido de la guerra en Ucrania y hasta el pasado mes de junio, los Veintisiete habían desembolsado ya 646.000 millones de euros en ayudas al tejido productivo y 265.000 millones de ese total correspondieron a Alemania, el país que más dinero ha inyectado a sus empresas (el equivalente al 7,4% de su riqueza anual). Esa barra libre de fondos ha generado malestar en países que no disponen de tanta fuerza para rescatar industrias. De hecho, España solo ha desembolsado 40.800 millones de euros (3,4% del PIB), según los últimos datos actualizados del instituto de análisis Bruegel.

En la práctica eso supone que los fabricantes alemanes compiten con ventaja. Y, lejos de retirar de forma gradual las ayudas, una parte del Gobierno alemán, azuzado por la industria electrointensiva (químicas, acerías y fábricas de automóviles) estudia la posibilidad de prolongar esa lluvia de subvenciones más allá del 2023. 

El propio equipo del primer ministro socialdemócrata, Olaf Scholz, ha pedido que se fije un precio de 5 céntimos por kilovatio hora para los cinco primeros años e insta al Ejecutivo a negociar con Bruselas para que les autorice estas ayudas de Estado que pueden distorsionar la competencia en el mercado único, donde los alemanes compiten con sus vecinos franceses o españoles.  

Su ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck, defendió la ola de subsidios para evitar el éxodo de fábricas a jurisdicciones más atractivas por sus bajos precios energéticos. 

Y a esa posición se ha sumado la patronal alemana de fabricantes de coches. Su presidenta, Hildegard Müller, ha alertado de que el país podría dejar de ser una gran potencia mundial del automóvil si no se hacen reformas «masivas» en apoyo del sector, según recoge Europa Press. Sostiene que el país está perdiendo «drásticamente la competitividad» por los elevados costes, especialmente los energéticos, mucho más elevados que en otros países donde también se fabrican vehículos. 

Es por ello que la industria teutona ha exigido al Gobierno que le subvencione el precio de la electricidad. Lo ven como la única alternativa para evitar la deslocalización de fábricas, tanto de vehículos como de baterías o semiconductores, claves para el sector. 

No será fácil. No solo por las protestas de otras cancillerías europeas que se pueden ver perjudicadas, también por los problemas que puede desencadenar en el comercio internacional, toda vez que muchas importaciones chinas están sujetas a aranceles al considerar que están subsidiadas por el Gobierno de Pekín. 

Francia reclama apoyo para la nuclear

La estrategia del Gobierno francés es algo distinta. Para abaratar los costes de sus industrias está presionando a la UE para que acepte subvencionar la energía nuclear, de la que es la principal potencia. Las ayudas públicas y garantías de retribución podrían inundar de nuclear el mercado, abaratando la factura de sus fábricas e incluso atrayendo a algunos fabricantes del otro lado del Rin.