Ángel Rivera, consejero delegado de Santander España: «Nos sentimos un banco gallego»
ECONOMÍA

El directivo ve en la inflación la principal amenaza para la economía, pero descarta una crisis derivada de la subida de tipos del BCE, que cree que se traducirá en una desaceleración
17 sep 2023 . Actualizado a las 12:46 h.Ángel Rivera (Madrid, 1966) lleva más de 30 años bregando en el sector financiero; desde el 2013 en el Grupo Santander, donde el pasado mes de febrero fue nombrado consejero delegado del banco en España. Y, como muchos otros directivos bancarios ha pasado unos días por Galicia, convertida esta semana en centro neurálgico del mundo económico y financiero, con motivo de la celebración en Santiago de dos reuniones informales del Eurogrupo y el Ecofin y la primera de la historia de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea y Latinoamérica. En su caso, para participar en Eurofi, un importante foro internacional sobre regulación financiera. Un viaje que aprovechó también para pulsar las constantes del negocio del banco en Galicia y reunirse con empresarios de la comunidad para conocer de primera mano sus necesidades.
—El del Santander ha sido un largo camino en Galicia, trufado de absorciones y no exento de dificultades. ¿Qué balance hace de esa trayectoria y cuál es ahora la posición del banco?
—En Galicia, como en el resto de España, lo que estamos haciendo ahora es crecer. En el fondo, nos sentimos un banco gallego. Nuestros equipos están integrados por mucha gente que viene del Pastor, del Banco de Galicia y también procedentes de bancos pequeñitos que Santander ha ido absorbiendo. Antes de trabajar en Santander, lo hice durante 24 años en el Banco Popular, y lo bueno que tenemos en Santander es que nos vamos quedando con lo mejor de cada casa, con lo bueno de cada cultura. Y aquí en Galicia tenemos un equipo de gallegos, que, además, ejercen como tal. Estamos muy comprometidos con la región. Las absorciones, tanto la del Banco de Galicia como las del Pastor y el Popular, no han sido sencillas. Pero, una vez hechas, nos han permitido crecer con mucha solidez. Hoy en día Santander es el banco líder en Galicia en empresas. Tres de cada cuatro trabajan con nosotros. En el caso de las grandes, todas.
—¿Y por qué cree que eligen trabajar con ustedes?
—En comparación con otras entidades, da igual que sean gallegas o nacionales, lo que ofrecemos es nuestra fortaleza en el Eje Atlántico. Nuestra presencia internacional, tanto en Europa, como en Latinoamérica. En los principales destinos del flujo exportador gallego. Y nuestro tamaño. Tenemos equipos no solamente de financiación, sino también de asesoramiento. Y todo eso lo ponemos al servicio de las empresas gallegas. Creo mucho en lo local. España es un país bastante diverso. Y no es lo mismo una empresa en Galicia, que una empresa en Huelva. Nuestra estrategia pasa por estar muy presentes, muy cercanos a los empresarios.
—¿Y en el segmento de clientes particulares?
—Estamos creciendo también a nivel de clientes particulares. Estoy satisfecho porque con la absorción del Pastor, el Banco de Galicia y el Popular era un capítulo que se había resentido. Ahora llevamos 24 meses seguidos de un crecimiento muy fuerte de la base de clientes particulares, comercios y microempresas. Es el resultado de que el banco tenga una apuesta decidida por Galicia. Damos cobertura al 96 % de la población gallega, a través de 151 oficinas y 100 agentes, a lo que hay que sumar el acuerdo con Correos. Aquí tenemos un equipo formado por casi 1.200 personas. Estamos presentes en todas las comarcas, en todos los concellos y eso está dando sus frutos. Como banco, la ambición de Santander es grande. Pero no estamos obsesionados con el tamaño. No lo estamos con ser el mayor banco, sino con ser el mejor. Así que muy obsesionados con la calidad del servicio, con los tiempos de respuesta, y muy obsesionados con el cliente. Una obsesión sana. Por ser un banco cercano y tener una calidad de servicio excelente.
—Inevitable hablar en un día como hoy del encarecimiento del precio del dinero [esta entrevista fue realizada el pasado jueves, fecha en la que el Banco Central Europeo (BCE) anunció que elevaba de nuevo los tipos de interés, hasta el 4,5 %. La décima subida en quince meses]. ¿Acabará por cercenar el crecimiento?
—Nuestra previsión es que España va a crecer este año un 2,2 %, muy por encima de la Unión Europea. Es cierto que estamos recuperando el desfase que arrastrábamos respecto a otros países que se recuperaron antes del golpe de la pandemia, pero la realidad es que hay elementos positivos en la marcha de la economía: especialmente el empleo, que está aguantando —aunque España tiene un paro más alto que el de la UE, del doble más o menos, y es un paro estructural alto—, y manteniendo el consumo. Ha sido un verano muy bueno para el sector turístico, los datos de todos nuestros clientes así lo demuestran. Un año de récord, que insufla aire a la economía. Aunque, en cualquier caso, creo que este segundo semestre va a ser peor que el primero porque, obviamente, la subida de tipos de interés que está acometiendo el Banco Central Europeo se empieza a notar. En Europa tenemos ahora mismo tres grandes vientos que están soplando en contra: la guerra de Ucrania, de la que cada vez hablamos menos, pero que sigue estando ahí; el elevado coste de la energía, derivado en parte de ese conflicto; y, el más preocupante, la inflación. Aunque en España la nominal está más baja que en la Unión Europea, la subyacente sigue estando alta. Y luego hay países core en Europa, como Alemania, que no consiguen bajarla. Y eso con un crecimiento económico exiguo o incluso recesión. Todo esto nos lleva a pensar que los tipos de interés se van mantener en estos niveles más tiempo del que se pensaba.
—De momento, parece que ese impacto que está teniendo la subida de tipos de interés en las economías familiares y empresariales no se está traduciendo en una mayor morosidad. ¿Están tranquilos?
—Como banqueros, la morosidad nos debe de preocupar siempre. Pero la realidad es que hasta ahora la mora no ha subido. No hay un problema de mora en España. Y es así, básicamente, por tres razones. Lo primero, porque durante la pandemia el ahorro llegó a máximos históricos. Nunca habíamos tenido en España un nivel de ahorro tan elevado. De familias y de empresas. Ahora hay hogares que están tirando de ese colchón para amortizar deuda. El nivel de amortizaciones se ha multiplicado por tres. Lo segundo, porque una parte importante de la cartera de crédito hipotecario es a tipo fijo. En todos los balances de todos los bancos hay un gran porcentaje de financiación a tipo fijo. Y el tercer elemento es el empleo. Cuando hay desempleo, lo primero que se ve afectado es el crédito al consumo, y luego las hipotecas. Lo último que dejamos de pagar los españoles es la casa. Como el empleo está aguantando, no estamos viendo un aumento de la morosidad. De hecho, el sector está en mínimos desde la crisis. El Santander, incluso por debajo. Y no estamos viendo indicadores tempranos de incumplimientos. ¿Estamos tranquilos? Pues no, pero hoy en día este no es un problema. Nosotros no prevemos una crisis. La economía está aguantando la receta del Banco Central Europeo para frenar la inflación. Y, como pensamos que lo que se va a producir es una desaceleración, no prevemos un shock de mora.
«La remuneración de los depósitos llegará por la competencia entre entidades»
m. m.
—Al sector bancario se le achacan, tradicionalmente, muchos de los males que aquejan a los ciudadanos. Y ahora las críticas le llueven por no trasladar a la remuneración de los depósitos el alza de tipos del BCE. ¿Llegará esa subida?
—A veces la mala reputación de los bancos obedece a que no explicamos bien las cosas. En este caso, lo hemos explicado todas las entidades. La remuneración de los depósitos es un tema polémico, pero tiene una explicación bastante financiera. Los bancos españoles tienen un exceso de liquidez en comparación con los bancos europeos y la gran ventaja que tenemos en España es que somos un sistema financiero muy competitivo. La remuneración de los depósitos, lo dijimos hace un año y lo volvimos a decir hace unos meses, se va a ir incrementando en función de las ofertas comerciales que cada banco va a ir haciendo. Hoy en día la media ya está en el 2,36 %, que se acerca al 2,8 % de la europea. La gran diferencia que hay con Europa es que si tú pides una hipoteca en Alemania, está mucho más cara. Y tenemos el mismo tipo de interés. Si lo haces en Francia, pasa igual. Nosotros no hemos repercutido en los créditos toda la subida que ha sufrido el euríbor. Cuando tú no necesitas algo, no pagas por ello. Y seguimos teniendo, gracias a Dios, un exceso de liquidez. Y digo, gracias a Dios, porque eso es lo que permite a los bancos seguir financiando a las empresas y a la economía. La competencia está haciendo que se remuneren los depósitos. Pero es que, además, se está remunerando el ahorro: fondos de inversión, seguros de ahorro, depósitos estructurados... Una familia puede invertir en otro tipo de activos. En Europa los depósitos son solo una pequeña parte del ahorro.
—En términos de financiación, tiene la banca por delante un reto que muchos catalogan de histórico: la transición energética.
—Sobre eso hemos debatido en Eurofi. Sobre la competitividad en Europa y cómo los bancos podemos mejorarla. Deteniéndonos especialmente en la sostenibilidad y la transición energética. Creemos que, tanto en España como en Europa, tenemos que volver a focalizarnos en el crecimiento y en la competitividad. El 70 % de la financiación de las empresas en Europa viene de los bancos. Es necesario seguir profundizando en la Unión Bancaria y en la unión de capitales para romper la fragmentación y ser un mercado mucho más competitivo. Y ahí los reguladores juegan un papel fundamental. Lo que hace falta es certidumbre para que los inversores vuelvan a confiar en las economías europeas. Y, en el caso de los bancos, certidumbre sobre los requerimientos de capital y no estar sometidos a continuos cambios regulatorios. No estamos, por supuesto, en contra de la regulación. Eso nos hace más fuertes, como se ha visto con la caída de los bancos regionales estadounidenses. Pero necesitamos un campo de juego parejo con los de otros economías como la estadounidense. Lo mismo sucede en el capítulo de la transición energética. Es importantísimo tener reglas equivalentes en todos los países de la UE y equivalentes también a las que rigen en EE.UU. para que no se produzca una fragmentación del mercado. Lo que pedimos es una colaboración público-privada para extender la cultura de que la transición energética es necesaria, pero que no hay que demonizar lo marrón. Desde lo marrón a lo verde tiene que haber un tiempo, y el coste de financiación será mucho más elevado si corremos demasiado y articulamos demasiada regulación desde ya para hacer esa transición. ¿Esa transición hay que hacerla? Sí, pero de una manera mucho más acompasada y no penalizando de una manera superrápida la energía marrón, porque hoy en día la alternativa es cara. La regulación es bienvenida, pero en su justa medida. Las cosas necesitan tiempo.