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El presidente de EE.UU. señala este impuesto como una práctica comercial discriminatoria
14 feb 2025 . Actualizado a las 08:23 h.Donald Trump avivó este jueves el fuego de la guerra comercial con el Viejo Continente. Atrás quedan aquellos tiempos de entendimiento entre americanos y europeos. Ni colegas, ni socios. Al menos, no como en los tiempos de su antecesor, Joe Biden. El presidente de Estados Unidos firmó un memorando que tiene como objetivo la aprobación de lo que él ha bautizado como «aranceles recíprocos», que básicamente consistirá en castigar a los productos foráneos con la misma tasa que sus naciones de origen aplican a las exportaciones de Estados Unidos.
Y todo apunta a que, precisamente, la Unión Europea será una de las grandes damnificadas: «He decidido que, por razones de justicia, voy a imponer aranceles recíprocos, lo que significa que lo que un país hace pagar a Estados Unidos, nosotros le cobraremos lo mismo, ni más ni menos», declaró Trump en la rueda de prensa que concedió en el Despacho Oval. Acto seguido añadió: «Todo el mundo se ha aprovechado de EE.UU. y hemos pagado un precio alto por ello. Hemos ayudado a muchos países a lo largo de los años con un gran costo financiero. Ahora es el momento de que esos países recuerden lo que hemos hecho por ellos y nos traten de manera justa».
El problema es que, esas tasas que según Trump están aplicando sus socios comerciales no tienen por qué ser aranceles per se. De hecho, el republicano mete en el mismo saco toda clase de obstáculos estructurales, regulatorios, comerciales o incluso fiscales. También otros, como las legislaciones excesivamente reguladoras o las subvenciones públicas que, entiende, estén perjudicando a las empresas de su país.
Y uno de los mecanismos que a ojos del mandatario suponen un obstáculo para las empresas americanas es el impuesto sobre el valor añadido (IVA), un tributo que se aplica a todos los productos que se comercializan en suelo europeo sin importar si proceden de fuera del continente o si son producidos por empresas de la UE. El gravamen es, a criterio del presidente, una «barrera no arancelaria».
Criterios personalizados
No será Europa la única damnificada con esa reciprocidad de la que hacía gala este jueves. El mal se extenderá por todo el globo, salvando únicamente a aquellos países que hasta la fecha han abierto sus puertas sin ningún tipo de cortapisa a las exportaciones yanquis. Y el criterio para fijarlos será estrictamente personalizado por países. Ojo por ojo... Así, se analizará cada caso y se pondrá sobre la mesa una medida adaptada a cada uno de ellos. Y sin excepción, porque insistió en eso de que todas las acciones que se tomen serán siempre con carácter «recíproco».
Tal y como desveló este jueves Bloomberg, la magnitud del castigo que se aplique a cada nación estará en manos de Howard Lutnick, el elegido por Trump para capitanear la Secretaría de Comercio y el encargado de poner sobre el papel las tarifas concretas y desglosadas.
Eso sí, la penitencia no llegará de manera inmediata. El propio Lutnick desvelaba este jueves que el estudio de las medidas a tomar debería estar listo en cuestión de semanas para, a renglón seguido, dejar caer que la fecha más probable sea el 1 de abril. En cualquier caso, puede que una vez más las peores amenazas sirvan como la mejor herramienta del estadounidense para arrancar una negociación con los damnificados.
«Nos están estafando mucho, y Estados Unidos está cansado de que le estafen y punto. Al final, o van a pagar aranceles muy sustanciales o van a llegar a algún tipo de acuerdo», aseguraba en una reciente rueda de prensa en la Casa Blanca, prueba una vez más de cómo será la nueva política de chantaje que emanará de Washington.
Para muestra, lo sucedido hace unas semanas, cuando anunciaba a bombo y platillo unos aranceles del 25 % para México y Canadá —vecinos y principales socios comerciales— cuya entrada en vigor estaba prevista para el pasado 4 de febrero. Finalmente, su imposición se atrasó después de que ambas naciones se comprometieran a aumentar el control fronterizo para reducir el tráfico de fentanilo y la llegada de migrantes a territorio americano.
Que la UE no goza de gran simpatía en el equipo que comanda Trump no es un secreto. Él mismo aseguraba este jueves que los aliados de Estados Unidos suelen ser «peores» que los enemigos a nivel comercial, un mensaje con un claro destinatario: Europa. «Muchos de los países a los que parece tan horrible la forma en que Trump los trata, ya nos cobran aranceles. En la UE es un IVA, que está por las nubes y que es algo similar a un arancel», lamentaba hace unos días. De hecho, algunos de los medios que se dieron cita en la rueda de prensa en la que se anunció la medida aseguraron que uno de los asesores del mandatario en temas comerciales dejó entrever quiénes eran los países que estaban en la mente del jefe de la Casa Blanca cuando se puso sobre la mesa la necesidad de poner en marcha «aranceles recíprocos», entre ellos Japón y la UE.
El sector automotriz
«Hay una razón por la que Alemania vende más coches que los que nosotros vendemos, no es por la calidad de la manufactura ni el diseño estadounidense. Es simplemente por prácticas comerciales desleales, y eso es letal. Es un arancel oculto», condenó Trump. Y con esto, un alto funcionario explicaba a la agencia Efe que el sector automotriz europeo podría afrontar un aumento significativo en sus tarifas. Actualmente, Washington aplica un arancel del 2,5 % a los vehículos importados, pero esta cifra podría elevarse hasta alcanzar el 27 %.
Precios altos y una relajación de la política monetaria cada vez más lejana
Ni el propio Trump puede ya eludir las consecuencias que tendrá para sus ciudadanos su particular contienda comercial. Ayer mismo reconocía que sus polémicos aranceles provocarán una fiebre inflacionista en los lineales de los supermercados y en la vida diaria de los americanos: «Los precios podrían subir», admitía tras firmar el polémico memorando. Pero lanzando un mensaje de calma al mostrarse optimista con que el mal se reduzca con el tiempo. Por lo pronto, estas decisiones siguen contribuyendo a que la Reserva Federal (Fed) aleje todavía más una eventual relajación de su política monetaria. Precisamente en la última reunión, el banco central americano decidió pausar las bajadas de tipos.
El déficit comercial con Europa alcanzó un nuevo récord en el 2024
«Europa ha abusado de Estados Unidos durante años, y no pueden hacer eso». Toda una declaración de principios la que hacía Trump a principios de febrero y que ya hacía presagiar que los peores tambores de guerra comercial sonarían en las próximas semanas.
Los expertos llevan ya un tiempo anunciando que las amenazas que salen directamente desde el Despacho Oval tienen un claro objetivo: convertirse en instrumento de negociación para tratar de reducir el déficit comercial que arrastran al otro lado del Atlántico desde hace años. Porque EE.UU. importa. E importa mucho. Las importaciones suponen ya el 12 % de su producto interior bruto y crecen a un ritmo mayor que el que experimentan las exportaciones. En el 2024, el déficit comercial de la primera potencia del mundo con la Unión Europea alcanzó un nuevo récord de 235.571 millones de dólares. Es decir, Estados Unidos compra bastante más de lo que vende al bloque europeo. Y tal y como figura en la página web de la Comisión Europea, las principales mercancías que salen de puertos y aeropuertos europeos con destino a suelo americano son medicamentos, automóviles y vehículos de motor y productos medicinales y farmacéuticos.
1,212 billones
El caso europeo no es una rara avis. En el 2024, los cincuenta estados compraron bienes a todos los países que conforman parte de toda la lista mundial de socios comerciales por un valor de 3,29 billones de dólares y exportaron mercancías por 2,08 billones. Hecha la cuenta, el déficit comercial se situó en los 1,212 billones de dólares, frente a los 1,062 billones del 2023. Este impulso vino en gran parte espoleado por los últimos meses del 2024, cuando muchas de las empresas decidieron aumentar el ritmo de importación para adelantarse a la imposición de aranceles de Trump. Para entender por dónde irán dirigidos los movimientos del presidente no hay más que ver quiénes fueron los principales protagonistas de este saldo negativo. Y es que casi la mitad de la diferencia entre las importaciones y exportaciones corresponde a China, México y Canadá, los tres países contra los que el mandatario apuntó primero.