Julio Ceballos: «Si queremos soberanía industrial tendremos que mancharnos»

ECONOMÍA

El consultor experto en el mercado chino lamenta que Occidente viva al borde del pánico ante el gigante asiático
25 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Julio Ceballos (Reinosa, Cantabria, 1979) recuerda participar en su infancia en cuestaciones para «los pobres chinitos». Con 25 años, hace un par de décadas, un joven abogado economista llegó al incipiente gigante asiático en un momento de apertura con una beca de internacionalización y se convirtió en testigo directo de cómo el mundo pasaba «del desprecio y la indiferencia a la admiración. Después transitamos hacia el recelo, más recientemente hacia la inquietud y estamos a un milímetro del pánico». Este martes, el autor de libros como El calibrador de estrellas. Aprendizajes chinos para Occidente en el siglo XXI, participa en Santiago en el primer Gran Foro de Competitividad y Reindustrialización, organizado por APD con el objetivo de analizar la situación de las empresas gallegas ante la encrucijada global.
—¿Qué puede aportar un experto en el mercado chino a las empresas gallegas?
—En primer lugar ser honesto y admitir que no existen los expertos en una cultura milenaria. No se puede hablar de China como se hace de España, Portugal o Alemania porque nos superan treinta veces en población y 18 en tamaño y al final nos quedamos atrapados en etiquetas simplistas. A lo sumo estoy en mejores condiciones de elucubrar sobre China, pero expertos no hay.
—Hablemos entonces de experiencias, ¿por qué cree que estamos al borde del pánico?
—Porque vivimos un shock en el orden mundial. La pandemia nos enseñó que no fabricábamos ni una mascarilla ni un gramo de paracetamol. Luego llegó la guerra de Ucrania y hace unos meses comenzó un segundo mandato de Donald Trump y nos hemos visto atrapados en alianzas que no son tales, de ahí que tengamos que mirar no solo a Occidente, sino también allí por donde sale el sol, porque ahora ya no solo tenemos que verlos como los grandes productores mundiales que son, sino que podemos aprender de ellos.
—Usted sostiene que el mayor mérito de China es que tiene un plan desde hace 40 años y que solo lo está cumpliendo.
—El problema no es que los chinos hayan apostado por la planificación, por el talento y por haber puesto la educación y la innovación en el centro. El problema es que nosotros no hemos hecho nada de eso. Nos hemos entregado a la pereza, al todo vale y al cortoplacismo.
—¿Qué le han parecido las burlas chinas tras el anuncio de Trump de imponer aranceles para proteger y recuperar la industria americana?
—Yo creo que Trump se está haciendo las preguntas correctas, pero no está acertando con las respuestas. Sin duda hay que avanzar hacia la reindustrialización. Hemos perdido autonomía y soberanía por dejar de fabricar cosas que usamos a diario. Algunas de esas cosas no las volveremos a fabricar nunca, pero debemos cuidar nuestros bienes estratégicos. Pero eso exige tiempo y una mano de obra cualificada que ahora no tenemos porque hemos perdido esos oficios.
—Pensé que se refería a su política arancelaria.
—Los aranceles son útiles, son como un paraguas. Si se pone a llover te puedes refugiar cinco minutos, quince, pero no te puedes quedar dos días bajo la lluvia. Los aranceles pueden impedir durante un tiempo que se destruya tu mercado, pero ese tiempo hay que aprovecharlo para modernizarse.
—En Europa, en Galicia también, hay resistencias a la reindustrialización por motivos ecológicos.
—Si queremos resolver nuestras vulnerabilidades y rebajar la dependencia tendremos que encontrar un término medio y renunciar a algo. Si queremos tener soberanía y tejido industrial tenemos que mancharnos y adaptar las normas. Pero no hay que pensar solo en términos de chimeneas como en el siglo XIX. Irlanda, Lituania o Estonia han demostrado capacidad de desarrollo invirtiendo en economías digitales.
«La automoción china también pagará la novatada»
Especialista en internalización y desarrollo de negocios, Ceballos ofrece en sus libros y charlas consejos para que los empresarios y las instituciones se relacionen mejor con China. La presencia de empresarios e inversores del gigante en Galicia ya tiene cierto recorrido, tanto como algunos anuncios —sobre todo relacionados con la automoción— que no terminan de cuajar.
—¿Cómo se puede atraer capital chino a Galicia?
—En la medida en que los operadores chinos quieran tener presencia van a depender de nosotros. Ellos, cuando abrieron su mercado, pedían un socio local en China. Nosotros podemos hacer lo mismo.
—¿Y es bueno que vengan?
—Sí, interesa que traigan tecnología de última generación, y que dejen impuestos y empleo, como hicimos nosotros allí. Pero sin caer en trampas de dependencia en negocios estratégicos, como puede ser la logística o las telecomunicaciones.
—¿Cómo se negocia con un empresario o inversor chino?
—La regla de oro es ser consciente de que los chinos no regalan nada. Negociar sin conocerlos es caminar con los ojos cerrados, no se puede ser ingenuo. Ahora bien, ellos dan oportunidades de desarrollo de mercado a quien juega con sus reglas y entiende sus términos de negociación. Quienes lo valoren, deben entender bien la estrategia, los ritmos y su lógica.
—Y ellos, ¿nos conocen?
—Si hablamos de sectores como la automoción, ellos también van a pagar la curva de aprendizaje, la novatada. Pero su partida es a largo plazo. Aprenderán a manejarse aquí como aprendieron los japoneses y coreanos, que hoy son líderes en ventas en España. Y como también lo hicimos los españoles cuando entramos en los 80 en la UE, cuando empezaron a llegar productos que nosotros no sabíamos hacer porque salíamos de un clima artificial de no competencia. Pasados los años España ya sabe competir con otros países europeos.
—¿Debemos protegernos de China con aranceles?
—Podemos hacerlo y, como decía, ganar tiempo para que industrias de la automoción que fueron punteras ganen tiempo y avancen en innovación. Pero ellos ni se van a detener ni esperan, seguirán buscando la manera de entrar, sea como sea.